La Cancillería rusa lanzó una advertencia este miércoles en torno a lo que considera una estrategia ucraniana para entorpecer la cumbre entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, prevista a realizarse en Alaska. Según Moscú, Kiev estaría recurriendo a medios prohibidos y aumentando la intensidad de sus ataques fronterizos como forma de presión previa a la reunión bilateral.
Rodión Miróshnik, embajador especial ruso encargado de investigar crímenes atribuidos al gobierno ucraniano, explicó que desde que se conoció la posibilidad del encuentro entre los líderes de ambas potencias, los ataques contra zonas fronterizas rusas han aumentado en al menos un 25 %. Este repunte estaría acompañado por una intensificación de los bombardeos sobre ciudades, lo que ha dejado un saldo creciente de víctimas civiles.
Miróshnik también comentó que, mientras se acercaba la fecha de la cumbre, Ucrania promovió un nuevo llamado al alto el fuego, lo cual —según el funcionario— podría estar más relacionado con fines estratégicos que con una verdadera intención de detener las hostilidades. En este contexto, el diplomático señaló que el entorno informativo internacional ha sido manipulado para presentar a Rusia como agresora, en un momento crucial para el diálogo entre Moscú y Washington.
El Ministerio de Defensa ruso también se pronunció recientemente, alertando sobre una posible operación de bandera falsa por parte de Ucrania. Esta consistiría, según las autoridades, en un ataque planeado en una zona densamente poblada de la región de Járkov, con el fin de atribuir responsabilidades a las fuerzas rusas y alimentar una narrativa desfavorable en los medios internacionales.
De acuerdo con los reportes, durante la semana del 4 al 10 de agosto, los ataques ucranianos afectaron a 127 civiles rusos, con un saldo trágico de 22 muertos, entre ellos menores de edad, personal médico y conductores de vehículos no militares.
Además, fuentes del gobierno ruso aseguraron que periodistas extranjeros fueron movilizados hacia la zona de Chugúyev en vehículos del Servicio de Seguridad de Ucrania, presuntamente con la intención de documentar y difundir el supuesto ataque de forma inmediata, lo que reforzaría la estrategia mediática que busca debilitar la posición rusa en las negociaciones con Estados Unidos.
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