Bajo el lema “Persiguiendo la Paz”, los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Estados Unidos, Donald Trump, iniciaron este viernes en la base militar Elmendorf-Richardson una reunión inédita destinada a buscar salidas al conflicto ucraniano y explorar un eventual “reinicio” en las relaciones bilaterales.
El encuentro comenzó con una inusual bienvenida: ambos mandatarios descendieron de sus aviones casi al mismo tiempo y se saludaron en la alfombra roja desplegada en la pista, para luego posar ante un cartel con el lema oficial de la cumbre. Trump, en un gesto cargado de simbolismo, invitó a Putin a subir a la Bestia, su vehículo blindado, antes de iniciar la agenda de trabajo.
La reunión arrancó con un cara a cara acompañado únicamente por traductores, seguido de un formato “tres por tres” que reunió a los principales asesores de cada delegación. Por parte de Rusia, participan el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov; el asesor presidencial Yuri Ushakov; el ministro de Defensa, Andréi Beloúsov; el titular de Finanzas, Antón Siluánov, y el enviado especial Kiril Dmítriev. La delegación estadounidense incluye al secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Comercio, Howard Lutnick; el director de la CIA, John Ratcliffe; el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el enviado especial Steve Witkoff, entre otros.

Un encuentro cargado de simbolismo
Esta es la primera vez que un presidente ruso pisa Alaska, territorio que fue colonia del Imperio ruso hasta 1867. Putin no visitaba Estados Unidos desde 2015, cuando se reunió en Nueva York con Barack Obama. A diferencia de su habitual costumbre de llegar tarde a citas internacionales, el mandatario ruso cumplió con la puntualidad prevista, hecho destacado por el Kremlin.
La base de Elmendorf-Richardson, estratégica para la proyección militar estadounidense en el Ártico y el Pacífico, recibió al líder ruso con un despliegue inusual: cazas F-35 y F-22, así como bombarderos B-2, visibles desde la pista, en una señal que analistas interpretan como un recordatorio del peso militar de Washington en la región.
El diálogo en Alaska se produce en medio de tensiones crecientes. Kiev y varios países europeos han expresado su preocupación por que Trump pueda aceptar propuestas de Moscú sin incorporar las posiciones ucranianas y europeas. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó la cita como una “victoria personal” para Putin y advirtió que podría no reconocer sus resultados.
El Ministerio de Defensa ruso denunció, en vísperas de la cumbre, supuestas “provocaciones” de Kiev, entre ellas un ataque contra un mercado en Sumy, con el objetivo de generar un clima adverso a las negociaciones. Moscú mantiene que la reunión podría allanar el camino para una paz duradera, mientras Washington no descarta que Trump viaje próximamente a Rusia.
Las conversaciones, que podrían extenderse hasta siete horas, continuarán con reuniones de delegaciones y un desayuno de trabajo, en lo que se perfila como uno de los encuentros bilaterales más significativos de los últimos años.

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