Bolivia vivirá una inédita segunda vuelta presidencial entre dos candidatos de tendencia derechista, luego de más de dos décadas de gobiernos encabezados por la izquierda. La contienda electoral, marcada por un giro inesperado, dejó fuera al Movimiento al Socialismo (MAS), y posicionó a Rodrigo Paz como la principal figura de esta nueva etapa política.
El senador por Tarija, Rodrigo Paz, hijo del expresidente boliviano Jaime Paz Zamora, sorprendió a todo el país al encabezar los resultados preliminares con más del 31% de los votos, según los conteos rápidos realizados por las firmas Ipsos-Ciesmori y Captura Consulting. Su ascenso fue tan abrupto como sorpresivo, ya que no figuraba entre los favoritos en las semanas previas a la elección.
En el segundo puesto se ubicó el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, con una votación superior al 26%, lo que lo convierte en el otro contendiente para el balotaje previsto para el 19 de octubre, según confirmó el Tribunal Supremo Electoral.
En contraste, el empresario Samuel Doria Medina, quien encabezaba las encuestas hasta hace pocos días, quedó fuera de competencia al obtener poco más del 19% de los sufragios. En un giro político relevante, expresó públicamente su respaldo a Rodrigo Paz, explicando que su apoyo se basa en el compromiso previo de respaldar al candidato opositor mejor posicionado, siempre que no perteneciera al MAS.
Paz y Quiroga protagonizarán así la primera segunda vuelta presidencial en la historia democrática reciente de Bolivia, lo que marca un momento clave en la reconfiguración del escenario político del país. En este contexto, la izquierda queda excluida del poder por primera vez en 20 años, abriendo un nuevo capítulo de disputa entre dos modelos de derecha con propuestas distintas.
Rodrigo Paz, postulado por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), capitalizó el descontento con los partidos tradicionales y logró conectar con el electorado joven y urbano, especialmente en el sur del país. Su ascenso ha sido interpretado por analistas como un fenómeno de renovación política con fuerte carga simbólica, dada su herencia familiar y su discurso centrado en la unidad y el cambio.
Por su parte, Jorge Quiroga, con una trayectoria presidencial breve a comienzos del siglo, apela a su experiencia de gobierno para proyectar estabilidad en esta etapa de transición. Conocido por su estilo directo y su apodo “Tuto”, el exmandatario asegura que tiene la preparación necesaria para encabezar un país polarizado y en búsqueda de rumbo.
Ambos candidatos se enfrentarán en un balotaje decisivo, en un país que por primera vez en años votará sin una opción clara de izquierda en el horizonte, marcando el fin de una era y el inicio de una disputa inédita por el liderazgo nacional.
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