La salida de Norma Piña de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) marca el cierre de un ciclo que arrastró el desgaste de la vieja estructura judicial heredada de la reforma de 1994. Esa etapa terminará oficialmente el 1 de septiembre de 2025, cuando inicie el nuevo modelo de elección popular de jueces y magistrados, impulsado por la reforma de 2024.
En su última sesión pública, la Corte resolvió seis asuntos electorales, con la participación de los actuales ministros y ministras. Más allá de lo jurídico, lo que dominó la jornada fue el discurso de despedida de Piña, cargado de solemnidad pero alejado de una verdadera rendición de cuentas.
“La justicia no es una obra concluida, sino una construcción viva que nos trasciende”, dijo la magistrada presidenta. Sin embargo, su gestión ha sido cuestionada por mantener a la Corte distante de las demandas sociales y por priorizar debates internos que poco respondieron a la urgencia de democratizar la justicia en México.
Piña insistió en que será la historia la que juzgue el papel de los ministros: “Será la sociedad y la historia misma las que juzgarán a quienes hemos juzgado”. Con ello evitó reconocer los límites y omisiones de un tribunal que, bajo su liderazgo, no supo responder a los reclamos de mayor transparencia y cercanía con la ciudadanía.
La presidenta saliente subrayó los logros académicos y técnicos de la SCJN, aunque en los hechos su discurso reflejó más autocomplacencia que autocrítica. Mientras tanto, diversos asuntos quedarán pendientes para la nueva integración de la Corte.
Entre los próximos rostros destaca Hugo Aguilar Ortiz, de origen mixteco, quien obtuvo más de seis millones de votos. Su llegada simboliza un cambio hacia un sistema más representativo.
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Fotografía: Redes