Departamento de Estado refrenda negativa de Washington a vender jets F-35 a Turquía

¿Un precio secundario por la compra de sistemas de misiles rusos S-400?

21 DE AGOSTO DE 2025. Desde el Departamento de Estado se reafirmó ayer miércoles la decisión del gobierno de Estados Unidos sobre mantener a Turquía fuera del programa de jets de combate F-35.

En un oficio membretado firmado por Marco Rubio, se oficializó ayer la inmutabilidad de la Casa Blanca respecto a no reincorporar a Ankara al proyecto aeroespacial, pese a anuncios recientes del presidente del Donald Trump en sentido contrario y a pesar -sobre todo- de la importancia de Turquía como aliado de la OTAN.

Ley para Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos Mediante Sanciones: un Manual de Buena Conducta para el comprador foráneo de armamento estratégico

Porque a pesar de que los legendarios cazas F-35 no se fabrican en los salones de la Casa Blanca ni en las curules del Parlamento, sino en los talleres Lockheed-Martin -compañía privada-, la alta burocracia estadounidense impuso una lista de “aliados autorizados» a comprar estos letales vehículos aéreos, y por supuesto, la permanencia en la exclusiva lista de clientes está sujeta a Agobiantes Condiciones de Buena Conducta. Turquía permanece fuera de esta lista desde 2017.


Entre las Agobiantes Condiciones de Buena Conducta se encuentra evitar a toda costa hacer negocios con los tres países que ante Washington son las Embajadas del Infierno en la Tierra: Irán, Rusia y Corea del Norte, “hacedores de actividades malignas” según fragmentos hilarantes en la redacción de la Ley para Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos Mediante Sanciones (CAATSA, por sus siglas en inglés).


Así pues, con el CAATSA en la mano, Washington justificó su refrendo de impedir que Turquía adquiera los F-35 argumentando la adquisición por parte del país euroasiático de sistemas de misiles rusos S-400, un factor que, a juicio de EE.UU., compromete la seguridad de la tecnología occidental y vulnera las sanciones de la Ley CAATSA. La relación de defensa entre ambos países sigue siendo crucial para la seguridad de la alianza atlántica, pero esta vez, la administración estadounidense fijó una postura definitiva.

Vientos que soplan en distintas direcciones en dos alas de la Casa Blanca

Resulta revelador darse cuenta de los gestores del mantenimiento de la exclusión. Entre junio y julio, el presidente Donald Trump había barajado durante ruedas de prensa y encuentros con países europeos la posibilidad de levantar las sanciones a CAATSA a Turquía, con tal de apaciguar los encendidos ánimos del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y su gabinete contra las operaciones bélicas de Israel en la región, y de paso reclutarlo como mediador para el conflicto entre Israel y Siria –idea no poco extravagante, dado que Tuquía, y en particular la Turquía de Erdogan mantienen con ambas naciones relaciones dominadas por la alta tensión.


Sin embargo, esta semana, dos meses después de las declaraciones del presidente de EE.UU., y haciendo gala un arrojo que sorprendió a algunos círculos, un grupo de cuarenta legisladores, con el demócrata Chris Pappas al frente, tomaron la iniciativa. Consternados, enviaron una carta al Secretario de Estado, Marco Rubio, pidiéndole que asegurara el mantenimiento de la exclusión de Ankara. El grupo de legisladores se opuso a que Turquía continuara «violando las leyes y políticas estadounidenses relacionadas con la seguridad nacional de EE.UU.». , en referencia a la adquisición de los misiles rusos S-400 y precisó los pasos que Turquía debería dar, según el Manual de Buena Conducta, para hacerse merecedora de una reevaluación de las sanciones impuestas por la Ley CAATSA.


La compra de los misiles S-400 en 2017 provocó la expulsión de Turquía del programa. Ankara se defendió en su momento argumentando que se vio obligada a buscar opciones de sistemas de misiles en otras latitudes, ya que Estados Unidos se negó a incluir la transferencia de tecnología en su oferta de misiles Patriot. El gobierno turco sostiene que su búsqueda de armamento responde a un plan de defensa autónoma, pero la compra de los S-400 generó inquietud entre otros miembros de la OTAN.


En junio, el presidente Trump anunció la posibilidad de vender F-35 a Turquía, vinculando la operación con el apoyo de Ankara a la normalización de relaciones entre Israel y Siria. En agosto, cuarenta legisladores encabezados por un demócrata le piden al Secretario de Estado que mantenga la exclusión, postura que el gobierno de EE.UU. oficializa. Un presidente, con su propia agenda de política exterior, y un grupo de legisladores que actúan como contrapeso. ¿Qué lectura ofrece un detalle como este sobre el verdadero poder en Washington?

FOTOGRAFÍA: WIKIPEDIA

Recuerda suscribirte a nuestro boletín

📲 https://bit.ly/3tgVlS0
💬 https://t.me/ciudadanomx