El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmó este miércoles que el ataque en aguas del mar Caribe contra una embarcación venezolana, en el que murieron once presuntos integrantes del Tren de Aragua, marca el inicio de una ofensiva militar sostenida contra cárteles de la droga con vínculos, según Washington, con el gobierno de Nicolás Maduro. Dijo Hegseth en entrevista con la cadena Fox News:
“El presidente Trump está dispuesto a pasar a la ofensiva de maneras que otros no lo han hecho. No vamos a permitir que el Tren de Aragua, el Cartel de los Soles y otros grupos que emanan de Venezuela operen libremente en nuestro hemisferio”.
El funcionario aseguró que Estados Unidos “no va a tolerar” la actividad de organizaciones designadas por su gobierno como “narcoterroristas”, y calificó la operación —realizada tras el despliegue de buques de guerra en el Caribe Sur— como una “clara demostración de poderío militar”.
La acción, que derivó en la muerte de once personas a bordo de una lancha señalada como venezolana, fue presentada por Trump como la primera operación de su estrategia contra el narcotráfico en América Latina. Sin embargo, hasta ahora el Pentágono no ha ofrecido pruebas de que la nave transportara drogas ni de la identidad de la tripulación.
Preguntas clave, como el fundamento legal del ataque o el método utilizado para destruir la embarcación, permanecen sin respuesta. Un funcionario venezolano acusó a Washington de difundir imágenes manipuladas con inteligencia artificial, pero Hegseth insistió en que “definitivamente” el video es auténtico.
El secretario de Defensa advirtió que las operaciones continuarán con el respaldo de recursos navales y aéreos estadounidenses:
“Esta es una misión mortalmente seria para nosotros, y no se detendrá con este ataque. Cualquier narcoterrorista designado en esas aguas correrá la misma suerte”.
Más allá del golpe contra el Tren de Aragua, el discurso de Washington volvió a poner a Maduro en el centro del conflicto. Hegseth lo calificó directamente como “capo de un narcoestado”, lo que ha despertado preocupación en Caracas sobre si el verdadero objetivo de la ofensiva es el propio gobierno venezolano.
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