La tensión entre Estados Unidos y Venezuela se intensifica tras nuevas declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump y del mandatario venezolano Nicolás Maduro, quienes intercambiaron acusaciones sobre temas migratorios, militares y geopolíticos. Ambos gobiernos mantienen una narrativa de confrontación, con visiones opuestas sobre lo que ocurre en el Caribe y sobre los flujos migratorios hacia territorio estadounidense.
Desde la Casa Blanca, Trump criticó duramente a Venezuela al sugerir que el país sudamericano estaría enviando personas con historial delictivo a territorio estadounidense. Aunque no presentó pruebas, el presidente norteamericano vinculó a migrantes venezolanos con delitos, en el marco de su habitual discurso antiinmigrante.
En respuesta, Maduro desestimó rotundamente tales afirmaciones, calificándolas de infundadas. El mandatario venezolano explicó que Venezuela no produce cocaína ni participa activamente en rutas del narcotráfico, y que, por el contrario, ha destruido laboratorios ilegales cuando han sido descubiertos. Además, afirmó que el problema de las drogas que afecta a Estados Unidos está vinculado principalmente a la producción en Colombia y al tráfico que pasa por Ecuador.
Relaciones Caracas-Washington: un canal mínimo y cada vez más débil
Maduro también abordó el estado de las relaciones diplomáticas entre ambos países, asegurando que los canales de comunicación se encuentran prácticamente rotos, aunque aún se mantiene una línea de contacto mínima a través del embajador estadounidense en Colombia, John McNamara. Esta vía, según el presidente venezolano, está enfocada casi exclusivamente en coordinar la repatriación de migrantes deportados desde EE.UU.
Venezuela denuncia una “agresión” disfrazada de lucha contra el narcotráfico
Una parte sustancial de las declaraciones de Maduro giró en torno al despliegue militar estadounidense en el Caribe, que, según su visión, no responde a una estrategia antidrogas, sino a un intento directo de intervención en Venezuela.
El incidente más reciente, ocurrido en aguas venezolanas, involucró a un buque pesquero abordado por marines estadounidenses desde el destructor Jason Dunham. Para Maduro, este tipo de operativos busca provocar una escalada y generar un incidente de mayor magnitud que sirva como excusa para acciones bélicas.
Según explicó, los marines habrían engañado a los pescadores afirmando que tenían autorización de Caracas, lo cual niega categóricamente. En su opinión, este tipo de acciones forman parte de una serie de agresiones judiciales, diplomáticas y militares contra su país.
Trinidad y Tobago también entra en la disputa
Maduro también criticó duramente a la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, tras recientes declaraciones que consideró amenazantes. Según el presidente venezolano, es la primera vez que un líder trinitario se expresa en términos bélicos hacia Venezuela, y atribuye esa postura al respaldo del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a quien calificó como una figura promotora del conflicto.
Detrás del despliegue militar: petróleo y control geopolítico
Para el presidente venezolano, el verdadero objetivo detrás de las acciones de Washington en la región no es combatir el narcotráfico, sino buscar un cambio de régimen. Según él, Estados Unidos intenta apoderarse de las reservas petroleras venezolanas, las mayores del mundo, con el fin de ganar influencia en la OPEP+ y controlar el mercado energético global.
Maduro recalcó que, a pesar de las amenazas, Venezuela se ha preparado para defender su soberanía, y que en caso de una eventual confrontación armada, el país está dispuesto a resistir. Hizo un llamado a la paz, pero también dejó en claro que, si es necesario, están listos para actuar.
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