El dirigente estatal en funciones del PRI en Puebla, Juan José Castro Justo, volvió a abrir la posibilidad de un acercamiento con el PAN, justo cuando la ruptura entre ambos partidos parece ser más una disputa de cúpulas que un verdadero cambio político. Esta insistencia en el diálogo entre los dos institutos, que históricamente han alternado en el poder, evidencia que las viejas prácticas de reparto y acuerdos entre élites políticas siguen vigentes, a pesar del creciente hartazgo social.
Durante una conferencia de prensa, Castro Justo dejó claro que el PRI mantiene una comunicación con todas las fuerzas políticas, incluida Acción Nacional, sin embargo, esta supuesta civilidad se percibe como un simple maquillaje frente a la población, que reclama renovaciones reales y procesos democráticos auténticos, no pactos entre las mismas cúpulas.
Aunque se anunció que pronto se publicará la convocatoria para renovar la dirigencia estatal del PRI en Puebla, la expectativa social es baja, pues el partido continúa siendo dirigido por los mismos actores que representan la continuidad del statu quo. Entre los aspirantes figuran personajes ligados al grupo actual, como Delfina Pozos y Teodomiro Ortega González, lo que no sugiere un cambio real en la estructura interna del partido.
El compromiso de que el próximo líder será originario del estado suena más a un intento por apaciguar críticas, ya que la ciudadanía demanda no solo líderes locales, sino representantes que respondan a sus intereses y no a los acuerdos de las dirigencias nacionales.
Mientras tanto, la sociedad poblana observa con escepticismo cómo estas negociaciones entre PRI y PAN parecen más un reciclaje de viejas alianzas que un proyecto político que realmente atienda las necesidades y demandas ciudadanas. La democracia interna del PRI sigue en tela de juicio, y la renovación anunciada se percibe como un proceso que solo fortalecerá a las mismas élites que mantienen el control desde hace años.
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