En una reciente entrevista incluida en la serie documental PRI: Crónica del fin, el expresidente Enrique Peña Nieto se manifestó respecto a algunos de los episodios más controversiales de su gobierno, entre ellos la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Peña Nieto calificó el caso como una tragedia que marcó su sexenio, y aunque reconoció la complejidad y el impacto del asunto, defendió la versión oficial conocida como la “verdad histórica”, presentada en 2015 por el entonces procurador General de la República, Jesús Murillo Karam.
«Lo hecho, hecho está. Para mí fue una tragedia. Yo sigo pensando lo que ya sabemos: lo que han denostado como la verdad histórica. Quítale el nombre, pero no altera lo que hasta ahora he conocido de las nuevas investigaciones«
El expresidente sostuvo que, a pesar de las críticas y cuestionamientos internacionales hacia esta versión, mantiene la idea central de aquella investigación, aunque admitió que no está seguro de todos los detalles específicos, como si los estudiantes fueron o no incinerados en el basurero de Cocula. También señaló que probablemente hubo participación de autoridades municipales, estatales y militares, pero pidió no involucrar directamente a las instituciones en esos actos.
Además, Peña Nieto reconoció que enfrentar una crisis de tal magnitud como la desaparición forzada de los normalistas fue un desafío para el cual no se sentía preparado. Comentó que no existe una formación específica para ser presidente y que la verdadera dimensión de las responsabilidades se entiende sólo cuando se está en el cargo.
No hay escuela para ser presidente de la República; cobras noción y dimensión de la responsabilidad hasta que estás ahí
A pesar de la gravedad del caso y el impacto social que generó, Enrique Peña Nieto continúa respaldando una versión oficial que ha sido ampliamente cuestionada y desacreditada, lo que refleja una falta de disposición para enfrentar la verdad completa sobre la desaparición de los 43 estudiantes. Su admisión de no estar preparado para asumir la responsabilidad del caso revela no solo una insuficiencia personal, sino también la ausencia de un liderazgo efectivo en uno de los momentos más críticos de su mandato. Esta postura, lejos de ofrecer justicia y claridad, contribuye a la impunidad y a la profunda desconfianza que persiste en la sociedad mexicana sobre el manejo gubernamental de la tragedia de Ayotzinapa.
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