Ramallah.– Dos años después del inicio de la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza, el panorama es el de una tierra arrasada. De acuerdo con el gobierno del enclave palestino, Israel ha lanzado más de 200 mil toneladas de explosivos, en una guerra que ha dejado 67 mil 139 palestinos muertos y entre 11 a 15 mil desaparecidos bajo los escombros.
Las autoridades gazatíes acusaron a Tel Aviv de mantener una campaña de hambruna y limpieza étnica, incluso dentro de la llamada “zona humanitaria segura” de Al Mawasi, atacada al menos 130 veces desde el 7 de octubre de 2023.
El saldo económico también es devastador: las pérdidas ascienden a más de 70 mil millones de dólares, de los cuales 5 mil millones corresponden al sector salud y 4 mil millones a educación. La infraestructura agrícola y pesquera fue destruida, lo que coloca a Gaza al borde de una crisis alimentaria prolongada.
Una guerra contra la vida
El informe denuncia que el 90 por ciento de la infraestructura de Gaza quedó destruida, y más del 80 por ciento del territorio está bajo ocupación militar. Más de 2 millones de civiles han sido desplazados —muchos en varias ocasiones— y la mayoría sobrevive en condiciones extremas de hacinamiento y escasez.
La ofensiva israelí también golpeó directamente a los servicios de salud: 38 hospitales y 96 clínicas fueron destruidos o quedaron inoperantes, y 197 ambulancias resultaron atacadas. Además, fueron asesinados mil 670 profesionales médicos, 140 rescatistas, 540 trabajadores humanitarios y 254 periodistas.
Entre las víctimas, más de 20 mil eran niños y adolescentes, mil de ellos menores de un año. El gobierno gazatí reportó que 460 personas murieron por hambre y desnutrición, mientras que 42 por ciento de los pacientes renales fallecieron por falta de atención médica.
Un alto al fuego ignorado
Pese a la orden del presidente estadounidense Donald Trump de detener los bombardeos, al menos 125 palestinos han sido asesinados desde entonces por las tropas israelíes.
Mientras tanto, en el terreno diplomático, Vladimir Putin sostuvo una conversación con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, donde reiteró la postura rusa de apoyar el reconocimiento de Palestina como Estado y promover soluciones negociadas en la región.
En paralelo, Israel continúa sus operaciones en Cisjordania, donde este martes demolió la vivienda de un palestino acusado de un ataque en Tel Aviv en 2024.
Dos años después, Gaza no sólo es el escenario de una tragedia humanitaria, sino el espejo de una impunidad que se extiende con cada bomba.