La supuesta “plataforma de la verdad” se está cayendo a pedazos. Atypical TEVE, canal dirigido por Carlos Alazraki y alimentado por voces como la de Laura Zapata, vive su más profunda crisis interna. Pero más allá del drama entre sus protagonistas, lo que queda en evidencia es la hipocresía de un medio que se vendió como independiente y terminó funcionando como una fábrica de odio, miedo y noticias falsas.
La reciente salida de Laura Zapata, envuelta en acusaciones de censura tras la eliminación de una entrevista con Regina Seeman, esposa de Eduardo Sesma (hermano del político del Partido Verde Ecologista de México, Jesús Sesma), fue la chispa que detonó un conflicto mayor: la descomposición de un proyecto que se ha dedicado a sembrar sospechas infundadas contra todo lo que huela a Cuarta Transformación.
Zapata, acostumbrada a posar como víctima y “patriota”, se indignó cuando su programa fue retirado sin explicación. Pero lo que no dice es que la supuesta “gran revelación” de su entrevista apenas rozaba la relevancia periodística, y más bien buscaba explotar un escándalo menor para mantener el flujo de clickbait político. Su reacción, más que defensa de principios, parece una rabieta de diva ante la pérdida de protagonismo.
Por su parte, Carlos Alazraki, el gran crítico del autoritarismo, demuestra que su tolerancia termina cuando se pone en juego su control absoluto. Asegura “no saber nada” de la salida de Zapata, pero esa narrativa de desinformado le sirve para deslindarse sin asumir responsabilidades. En realidad, el manejo opaco y vertical de Atypical ha sido una constante, no una excepción.
Hoy, cuando la censura se presenta dentro de su propia casa, se evidencia que su bandera de “libertad de expresión” era solo un recurso discursivo, no un principio. Y cuando el ego de sus voceros entra en conflicto con el del director, el supuesto proyecto de contrainformación se deshace como castillo de naipes.
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