El Gobierno de la Comunidad de Madrid, encabezado por Isabel Díaz Ayuso, exigió este sábado la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, luego de que éste expresara su pesar por el “dolor e injusticia” sufridos por los pueblos indígenas de México durante el periodo colonial español.
Las críticas fueron encabezadas por Miguel Ángel García Martín, consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local y portavoz del Ejecutivo madrileño, quien calificó al canciller como “el peor representante” que ha tenido España en materia exterior y un “nefasto ministro” que no conoce la historia del país.
Las declaraciones de Albares ocurrieron durante la inauguración de la exposición “La mitad del mundo. La mujer en el México indígena”, organizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). En el evento, el canciller aseguró que la relación entre España y México debía mirar hacia el futuro “sin olvidar el dolor e injusticia hacia los pueblos originarios”, lo que, dijo, forma parte de una “historia compartida que no puede negarse ni olvidarse”.
Sin embargo, sus palabras desataron una fuerte reacción desde el gobierno madrileño. “No nos merecemos un Gobierno que desprestigie a nuestro país. Cada vez que este Ejecutivo tiene ocasión, habla mal de lo que ha sido y es España”, declaró García Martín desde Buitrago de Lozoya, donde insistió en que Albares debería “retractarse de forma automática” o “presentar su dimisión” ante el Ministerio de Asuntos Exteriores.
El incidente diplomático se produce pocos días después de que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reiterara que su Gobierno sigue esperando una disculpa formal de España por los abusos cometidos durante la colonización, una demanda previamente formulada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador en 2019 y que generó tensiones bilaterales.
Las palabras de Albares, interpretadas por el Gobierno madrileño como una cesión ante las exigencias mexicanas, reabren el debate en España sobre cómo abordar su legado histórico en América Latina y ponen nuevamente a prueba la relación entre el Ejecutivo central y la administración regional de Madrid, marcada por su oposición ideológica y su visión divergente sobre la política exterior del país.
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