A un mes del alto el fuego pactado entre Israel y Hamás, la violencia continúa desangrando a Gaza. Según el Ministerio de Salud palestino, al menos 242 personas han sido asesinadas y más de 620 heridas desde la entrada en vigor de la tregua el 10 de octubre, lo que revela la fragilidad del acuerdo y la persistente impunidad israelí.
Los ataques —incluidos bombardeos con drones en zonas civiles de Jan Yunis y Bani Suheila— demuestran que Israel no ha detenido su ofensiva, sino que la ha transformado en una campaña intermitente bajo el pretexto de “operaciones selectivas”. Mientras tanto, miles de cuerpos siguen sepultados bajo los escombros, y más de 69 mil palestinos han muerto desde el inicio de la guerra en octubre de 2023, la mayoría mujeres y niños.
Hamás acusa a Israel de incumplir los compromisos asumidos en Sharm el-Sheikh, al continuar con asesinatos, detenciones arbitrarias y bloqueos humanitarios. La organización palestina sostiene que Tel Aviv intenta forzar el colapso total de Gaza mediante la restricción del ingreso de ayuda: apenas 150 de los 600 camiones diarios acordados logran acceder al enclave, según la ONU.

Mientras tanto, el gobierno de Benjamin Netanyahu justifica las incursiones alegando que Hamás no ha entregado todos los cuerpos de rehenes israelíes. Este argumento ha permitido reanudar bombardeos masivos y retrasar el inicio de la segunda fase del proceso de paz impulsado por Estados Unidos, centrado en la reconstrucción y desmilitarización del territorio.
Detrás del discurso diplomático, Washington busca mantener su influencia regional y evitar que el fracaso de la tregua mine su plan de estabilización. Sin embargo, las acciones del ejército israelí —respaldadas por su extrema derecha y por colonos violentos en Cisjordania— socavan cualquier avance y evidencian que la supuesta paz se usa como cobertura para la continuación de un genocidio prolongado.
La comunidad internacional observa con creciente frustración cómo Israel impone sus condiciones sin consecuencias reales, prolongando el sufrimiento de más de dos millones de palestinos atrapados entre la devastación, el hambre y la indiferencia global.
Fotografías: Redes












