El Partido Acción Nacional (PAN) no descarta abiertamente a Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más polémicos del país, como eventual candidato presidencial para 2030. Así lo confirmó su dirigente nacional, Jorge Romero Herrera, en una entrevista con El País, donde señaló que el dueño de Grupo Salinas es una opción “con perfecta claridad” si decide competir y si la ciudadanía lo respalda.
Romero Herrera afirmó que en el PAN “nadie está descartado”, pero la mención directa a Salinas Pliego llega en un momento en el que el magnate multiplica sus mensajes de corte político a través del llamado Movimiento Anticrimen y Anticorrupción (MAAC), su plataforma personal para confrontar al Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y a la 4T.
En los últimos meses, el empresario no solo ha lanzado mensajes en los que insinúa que podría buscar la Presidencia, sino que ha endurecido su discurso con frases cargadas de insultos y descalificaciones, como la promesa —en un evento privado por su cumpleaños 70— de “sacar a los zurdos de mierda y mandarlos a chingar a su madre”. Sus declaraciones provocaron aplausos entre sus invitados, quienes incluso lo corearon como “¡Presidente!”.
Mientras tanto, en tribunales, Salinas Pliego enfrenta resoluciones adversas: el SAT le reclama 74 mil millones de pesos por adeudos acumulados, una disputa que él ha calificado como “persecución política”.
El gesto del PAN hacia el magnate no es inocuo: normaliza que una figura con un historial de confrontación pública, ataques verbales y litigios fiscales esté en la baraja de posibles candidatos de un partido con más de 80 años de historia.
La apertura a perfiles externos no es nueva en Acción Nacional, pero en este caso revela contradicciones profundas: mientras el partido suele enarbolar la legalidad, la transparencia y la responsabilidad fiscal como valores, hoy se declara dispuesto a impulsar a un empresario bajo un conflicto fiscal multimillonario con el Estado mexicano.
El menú panista rumbo a 2030: viejos conocidos y aspirantes locales
Romero Herrera también enlistó otros nombres: Margarita Zavala, quien ya contendió en 2018; Ricardo Anaya, cuya figura sigue marcada por el fracaso electoral de ese mismo año; además de perfiles locales como las gobernadoras Maru Campos, Libia García y Tere Jiménez; los gobernadores Mauricio Kuri y Mauricio Vila, este último ahora senador.
A pesar de la variedad, el dirigente panista enfatizó que no se incluye a sí mismo en la competencia: “Ser director técnico y delantero es incompatible”, afirmó.
El anuncio deja una lectura inevitable: frente a la debilidad estructural de la oposición tradicional, el PAN parece dispuesto a apostar por figuras con alta visibilidad mediática, incluso si representan riesgos políticos o contradicciones ideológicas.
Al incluir a Salinas Pliego en su lista de presidenciables, Acción Nacional envía un mensaje preocupante: la baraja opositora rumbo a 2030 es tan incierta, que un empresario acusado de evasión fiscal y adepto al discurso de odio puede ser visto como opción “con perfecta claridad”.
Más que una estrategia sólida, la declaración de Romero Herrera parece un síntoma: la oposición mexicana sigue sin encontrar un proyecto, un discurso y un liderazgo que no dependan del filo de la provocación o el capital económico de sus aspirantes.
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