En un giro que sacudió el panorama político brasileño, la Policía Federal detuvo este sábado al expresidente Jair Bolsonaro, acusado de intentar escapar para evitar el inicio de su condena de 27 años de prisión por encabezar un intento de golpe de Estado tras su derrota electoral en 2022.
La operación, ordenada por el juez del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes, se llevó a cabo durante la madrugada cuando agentes federales ingresaron a la residencia del exmandatario, quien permanecía bajo arresto domiciliario y con un monitor electrónico desde agosto por considerarse un riesgo de fuga. Según De Moraes, el dispositivo fue alterado a las 00:08 horas, lo que detonó la orden de arresto preventivo. Los abogados de Bolsonaro rechazaron la acusación y la calificaron de “perplejizante”.
El magistrado basó su decisión en lo que consideró un intento de Bolsonaro por aprovechar una manifestación convocada por su hijo, el senador Flávio Bolsonaro, para escapar hacia la embajada de Estados Unidos en Brasilia, ubicada apenas a 13 kilómetros de su domicilio.
El juez recordó que varios aliados del expresidente ya han huido al extranjero para evitar procesos judiciales, y mencionó que en agosto la policía detectó mensajes que vinculaban a Bolsonaro con una solicitud de asilo político en Argentina, donde gobierna su aliado Javier Milei.
El círculo cercano de Bolsonaro reaccionó con furia. Fabio Wajngarten, su exjefe de prensa, calificó la detención como una “vergüenza” y aseguró que la tobillera funcionaba correctamente. Sóstenes Cavalcante, líder de su bancada en la Cámara Baja, acusó al juez de exhibir una “psicopatía al más alto nivel”. Michelle Bolsonaro, desde fuera de Brasilia, advirtió que los seguidores del exmandatario “no renunciarán a nuestra nación”. Mientras que Gleisi Hoffmann, ministra del gobierno de Lula, celebró la acción judicial al afirmar que se produce tras “violentos intentos de coerción” del expresidente contra los magistrados del Supremo.
Aunque Bolsonaro está inhabilitado políticamente, sigue siendo un referente de la derecha brasileña, y su futuro judicial podría redefinir el mapa político del país.
El lunes, el STF decidirá si permanece en custodia mientras avanza el proceso. El arresto del expresidente —aliado cercano de Donald Trump— marca un episodio sin precedentes en la historia reciente de Brasil y profundiza la polarización en el gigante sudamericano.
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