Sudáfrica abrió este sábado la cumbre del G20 con un mensaje frontal en defensa del multilateralismo, en un encuentro histórico por celebrarse por primera vez en África, pero también empañado por ausencias de peso encabezadas por la del presidente estadounidense, Donald Trump, quien decidió boicotear la reunión.
“El G20 subraya el valor y la relevancia del multilateralismo”, declaró el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, al inaugurar los trabajos en Johannesburgo. Subrayó que los desafíos globales —desde la guerra en Ucrania hasta la crisis climática y la desigualdad económica— solo pueden resolverse “a través de la cooperación, la colaboración y las alianzas”.
Aunque ausente, Trump domina parte del debate. Su plan para poner fin a la guerra en Ucrania ya es tema central entre las delegaciones, a tal grado que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que los líderes europeos sostendrán una reunión paralela este mismo sábado para analizar la propuesta.
El boicot del mandatario estadounidense —quien argumentó que las prioridades de Pretoria contradicen la política de Washington— se suma a otras ausencias notables: el argentino Javier Milei, cercano políticamente a Trump; el presidente chino, Xi Jinping, reemplazado por su primer ministro Li Qiang; y el ruso Vladimir Putin, ausente desde el inicio de la invasión a Ucrania. Tampoco viajó la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
La agenda de la tarde estará dominada por conversaciones sobre el clima, que corren en paralelo a las tensas negociaciones de última hora de la COP30 en Brasil, atascadas por los desacuerdos sobre la eliminación de los combustibles fósiles.
Sudáfrica, anfitrión y aliado clave dentro de los BRICS, impulsa además la creación de un panel internacional sobre desigualdad económica, inspirado en el IPCC de cambio climático. La iniciativa busca convertir al G20 en un motor de políticas globales para reducir brechas sociales, tema urgente en un contexto de crisis de deuda, transición energética e impacto de la inteligencia artificial.
Pero el éxito diplomático de la cumbre está en duda. Washington se opone a la emisión de una declaración final del G20, argumentando que Estados Unidos no participa plenamente en las reuniones debido al boicot de Trump. Aun así, Ramaphosa aseguró que una declaración firmada solo por los líderes presentes enviaría “una señal importante de que el multilateralismo puede alcanzar resultados”.
Fuentes diplomáticas confirmaron que existe un borrador finalizado, aunque sin el título tradicional de “Declaración de dirigentes del G20”, evidencia de la tensión interna que acompaña el cierre del ciclo de presidencias del “sur global” —Indonesia, India, Brasil y ahora Sudáfrica— antes de que Estados Unidos asuma la presidencia rotatoria.
La administración Trump ya adelantó que planea acotar la próxima cumbre a temas estrictamente económicos, en línea con la ofensiva proteccionista y el retraimiento de Washington de instancias multilaterales durante su segundo mandato.
Mientras tanto, Johannesburgo se convierte en escenario de un choque de visiones sobre el papel del G20 en el orden global: un foro que Sudáfrica busca fortalecer como espacio de cooperación, pero que la política de Washington amenaza con replegar hacia una agenda minimalista.
La cumbre continúa entre diplomacia intensa, tensiones políticas y un mensaje claro del anfitrión: sin multilateralismo, no hay solución para los desafíos del siglo XXI.
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