JULIO 2, 2025. La administración del presidente de EE.UU. Donald Trump implementó una serie de medidas que reforzaron significativamente la prohibición del turismo estadounidense a Cuba, marcando un retroceso drástico en las relaciones bilaterales que se habían distendido durante la fase final del gobierno de Biden. Estas acciones, impulsadas bajo el argumento de cortar el flujo de divisas al gobierno cubano y presionar por cambios políticos, tuvieron un impacto directo en las posibilidades de los ciudadanos estadounidenses de viajar a la isla.
Entre las restricciones más destacadas se encontraba la eliminación de la categoría de «viajes educativos pueblo a pueblo» individuales, una vía popular que permitía a los estadounidenses visitar Cuba sin un programa de grupo organizado. Esta medida obligó a los viajeros a unirse a excursiones bajo el patrocinio de organizaciones específicas y con itinerarios estrictamente supervisados. Además, se prohibió la importación de ron y tabaco cubano para consumo personal y se impusieron limitaciones a las transacciones financieras con entidades vinculadas al gobierno o las fuerzas armadas cubanas, afectando a numerosos hoteles y empresas turísticas.
Las nuevas regulaciones también incluyeron la prohibición de cruceros, aviones privados y corporativos, así como embarcaciones de recreo, yates y veleros que tuvieran como destino Cuba. Estas acciones se sumaron a la designación de Cuba como «Estado patrocinador del terrorismo» poco antes de finalizar su mandato, una medida con amplias implicaciones económicas y políticas.
Al respecto, el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, comentó en su cuenta de X: » Rechazamos infames documentos del gobierno de EE.UU que recrudecen aún más la asfixia y guerra económica contra #Cuba, y sirven únicamente a los intereses de quienes lucran con el dolor, el sufrimiento y las carencias de nuestro pueblo.»
Las políticas de Trump hacia Cuba se caracterizan por un enfoque de línea dura, revirtiendo la apertura impulsada por otras administraciones estadounidenses. Su administración canceló el deshielo diplomático, endureció el embargo, impuso sanciones a funcionarios cubanos y sus familias, y priorizó el apoyo a la disidencia interna.
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