Internacional

Nvidia, rumbo a convertirse en la empresa más valiosa del mundo en medio del auge de la inteligencia artificial

Nvidia rompe récords, pero aumenta la brecha tecnológica y económica global

La multinacional Nvidia, fabricante líder de procesadores gráficos, está en camino de convertirse en la empresa más valiosa de la historia, superando incluso a gigantes como Apple, Microsoft y Saudi Aramco. Detrás de este crecimiento exponencial está el acelerado desarrollo de la inteligencia artificial (IA), un sector que, lejos de democratizar el acceso a la tecnología, refuerza la concentración del poder económico en Silicon Valley y Wall Street.

Este lunes, las acciones de Nvidia repuntaron más de 3%, ubicando su valor de capitalización en alrededor de 3.34 billones de dólares, apenas por debajo del máximo histórico de 3.35 billones alcanzado por Microsoft en junio. Si la tendencia continúa, podría cerrar esta semana como la empresa con mayor valor bursátil jamás registrada.

El ascenso meteórico de Nvidia tiene un origen claro: sus chips gráficos (GPU) se han convertido en el corazón del negocio de la inteligencia artificial, utilizados por compañías como OpenAI, Google y Amazon para entrenar modelos de lenguaje y algoritmos de aprendizaje automático.

IA: ¿progreso para quién?

Pero mientras los mercados celebran, las desigualdades estructurales se profundizan. Las tecnologías que supuestamente revolucionarán la vida cotidiana son controladas por un puñado de corporaciones, cuya prioridad no es el bien común, sino la especulación financiera y la acumulación de riqueza.

De hecho, el caso de Nvidia refleja cómo el desarrollo de la inteligencia artificial está sirviendo más a los intereses del capital financiero que a los de los pueblos. Según analistas, los ingresos de la compañía podrían alcanzar este año los 120 mil millones de dólares, gran parte provenientes de contratos gubernamentales, aplicaciones militares y herramientas empresariales de automatización que amenazan empleos humanos.

Un modelo concentrador y excluyente

Nvidia no sólo acapara valor económico; también captura recursos públicos, subsidios y talento global, perpetuando un modelo extractivista de datos y conocimiento. A diferencia de iniciativas tecnológicas cooperativas o de código abierto, su tecnología es patentada, privatizada y subordinada al mercado de valores estadounidense.

Esta trayectoria ha generado alertas entre voces críticas que advierten sobre el riesgo de una nueva burbuja tecnológica, similar a la de las puntocom en los años 2000, pero ahora potenciada por la fiebre por la IA, cuyas aplicaciones éticas y sociales aún están sin regular.

En tiempos donde el planeta enfrenta crisis múltiples —climática, laboral, sanitaria—, la concentración del poder tecnológico en manos de unas cuantas empresas debería ser un asunto de debate público, no un motivo de celebración incondicional.

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