La reciente cumbre del Mercosur celebrada en Buenos Aires no solo estuvo marcada por el traspaso de la presidencia semestral del bloque a Brasil, sino también por fuertes contrastes ideológicos entre los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Javier Milei, que se hicieron evidentes durante el evento.
Lula asumió la presidencia con la prioridad de cerrar el histórico acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, una negociación de más de dos décadas que, de concretarse, daría origen a una de las zonas de libre comercio más grandes del planeta. El mandatario brasileño reafirmó su interés en fortalecer la integración regional y defendió el rol protector del bloque frente a crisis internacionales y guerras comerciales.
Por su parte, Milei aprovechó el encuentro para reafirmar su postura ultraliberal y su escepticismo frente al multilateralismo, llamando a una transformación del Mercosur en una herramienta de apertura global, más que de protección regional. El presidente argentino insistió en la urgencia de aplicar reformas que impulsen la libertad económica, incluso si eso implica avanzar de forma unilateral.
A pesar de estas posturas enfrentadas, los países miembros —Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia—, junto con Panamá como estado asociado, lograron publicar un comunicado conjunto que destacó compromisos comunes, especialmente en materia de seguridad, democracia y cooperación regional. Se remarcó la importancia de enfrentar el crimen organizado transnacional y se reafirmaron principios como la vigencia del Estado de Derecho y la igualdad.
Uno de los puntos relevantes de la cumbre fue el anuncio de un próximo acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Asociación Europea de Libre Comercio, integrada por países como Noruega y Suiza. Este tratado se firmaría en 2025 y busca ampliar las oportunidades de inversión y comercio en ambas regiones.
Analistas políticos han interpretado la cumbre como un delicado ejercicio de equilibrio. Mientras Milei promueve un giro drástico hacia el libre mercado, Lula apuesta por una estrategia más gradual y cooperativa. Aun así, ambos líderes optaron por mantener la unidad del bloque como prioridad estratégica.
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