Israel incrementa su ofensiva militar contra Líbano justo antes de la llegada de Thomas Barrack, enviado especial de Estados Unidos para Siria, quien buscará obtener la respuesta oficial del gobierno libanés a su reciente propuesta.
Los bombardeos israelíes dejaron 10 personas heridas, incluida una niña que fue ingresada a terapia intensiva, según informó el Ministerio de Salud de Líbano. Además, localidades del sur y la región de Baalbek fueron blanco de ataques, mientras que unidades israelíes invadieron cerca de 400 metros dentro de Kfar Kila y Aita al-Shaab, en una clara violación de la soberanía libanesa.
A pesar de la tensión, Hezbolá ha mantenido una postura de prudencia desde el cese al fuego del 27 de noviembre de 2024, lo cual ha sido reconocido por el presidente Joseph Aoun, el primer ministro Nawaf Salam y el presidente del Parlamento, Nabih Berri, así como por la misión de la ONU (UNIFIL). Sin embargo, este gesto no ha sido valorado por sectores alineados con Estados Unidos e Israel.
Estos sectores exigen el desarme del movimiento de resistencia, sin ofrecer garantías reales para la seguridad de sus militantes ni para la reconstrucción de las zonas fronterizas, constantemente amenazadas por incursiones israelíes. El desarme, además, abriría la puerta a sanciones económicas y sociales contra sus instituciones comunitarias.
“¿Quién protegerá a la comunidad de la Resistencia si entrega sus armas?” es una de las preguntas que, según analistas, son deliberadamente ignoradas por los sectores anti-Hezbolá dentro del país.
Mientras tanto, el secretario general de Hezbolá, Sheikh Naim Qassem, ha reconocido que la confrontación es una opción difícil pero preferible a una rendición humillante, reafirmando que el movimiento se encuentra ante una de las decisiones más cruciales de su historia.
El contexto internacional tampoco favorece al movimiento libanés, en medio de una creciente alianza entre Estados Unidos, Israel y varios países árabes, lo que refuerza la posibilidad de que se reanude la guerra bajo cualquier pretexto.
Hezbolá no es ajeno a los riesgos regionales: observa con preocupación la alineación de algunos líderes sunitas con el salafismo extremista promovido desde Arabia Saudita y la indiferencia de líderes cristianos ante crímenes como el atentado contra la iglesia de San Elías o la devastación de la costa siria.
En este escenario, la resistencia se enfrenta a una amenaza inminente disfrazada de consejo: “Les advertimos, pero no escucharon”, una narrativa que pretende justificar un nuevo conflicto armado.
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Fotografía: Redes