Una alianza internacional encabezada por Francia y Reino Unido ha desarrollado un plan operativo integral para intervenir en Ucrania tan pronto se alcance un alto el fuego entre Kiev y Moscú. La estructura de mando y control ya está funcionando, y se activaría en cuestión de horas una vez se formalice un acuerdo.
El primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, lideraron una reunión virtual desde el cuartel de la OTAN en Northwood, Londres, donde revisaron los avances de esta llamada “coalición de países voluntarios”. Durante el encuentro, ambos líderes coincidieron en que el dispositivo militar y estratégico está listo para entrar en acción, una vez se logre una pausa en el conflicto.
Starmer detalló que ya opera un cuartel general en París, con capacidad de comando conjunto, que será trasladado a Londres dentro de un año. Este centro coordinará las acciones futuras con Ucrania y servirá como base para una fuerza internacional dedicada a estabilizar el país.
Según Downing Street, se utilizará como base la fuerza expedicionaria franco-británica ya existente, con el fin de lanzar una nueva misión bajo el auspicio de esta coalición. El objetivo es triple: apoyar la reconstrucción de las fuerzas terrestres ucranianas, garantizar la seguridad aérea y reforzar el control marítimo del país.
En la misma reunión participaron figuras clave de Estados Unidos como el general retirado Keith Kellogg, junto a los senadores Lindsey Graham (republicano) y Richard Blumenthal (demócrata), quienes reiteraron su apoyo a nuevas sanciones contra Rusia.
Desde Roma, donde se desarrollaba una conferencia sobre la reconstrucción de Ucrania, el presidente ucraniano Volodímir Zelensky denunció que Moscú bloquea cualquier iniciativa de paz y llamó a acelerar las sanciones internacionales. Subrayó que la presión sobre Rusia debe ser suficientemente fuerte como para disuadir futuras agresiones.
El reclamo del mandatario se produjo tras un masivo ataque aéreo ruso con más de 400 drones y 18 misiles, que afectó principalmente a Kiev, causando al menos dos muertos y 16 heridos. Además, otras regiones como Cherníhiv, Kharkiv y Poltava también fueron atacadas. Zelensky describió la ofensiva como una escalada del terror ruso, destacando el uso repetido de drones kamikaze.
Ante este panorama, el presidente ucraniano enfatizó la urgencia de acelerar la producción y entrega de armamento, especialmente tecnología defensiva, por parte de sus aliados. Durante la misma conferencia, anunció que Alemania y Noruega están dispuestas a financiar tres sistemas antimisiles Patriot que Estados Unidos podría enviar si recibe aprobación presidencial.
Zelensky también explicó que se encuentra negociando con otros socios europeos para cubrir el costo de estos equipos, mientras solicita a la administración de Donald Trump el envío de diez sistemas Patriot adicionales, junto con su correspondiente munición. Aunque Trump ha mostrado disposición a apoyar, aún no ha autorizado un nuevo paquete de ayuda militar.
El canciller alemán, Friedrich Merz, manifestó desde Roma que Alemania está lista para adquirir sistemas Patriot en Estados Unidos y transferirlos a Ucrania, como medida alternativa a la parálisis legislativa en el Congreso estadounidense.
El sistema Patriot, considerado uno de los más sofisticados del mundo, puede interceptar misiles a una distancia de hasta 160 kilómetros y resulta crucial para proteger ciudades clave del país frente a la intensificación de los ataques rusos.
Zelensky dejó claro que, más allá del apoyo gratuito, Ucrania está dispuesta a comprar directamente el armamento necesario, reflejando tanto la falta de recursos de los aliados como la creciente lógica transaccional del apoyo militar, especialmente en el nuevo contexto político de Washington.
La próxima cumbre de la OTAN en Washington será clave para determinar si esta iniciativa europea de adquisición y financiamiento de sistemas antimisiles se concreta, mientras Ucrania insiste en que su supervivencia depende del compromiso efectivo y ágil de sus aliados.
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