Frente a la amenaza de un nuevo embate arancelario por parte del presidente Donald Trump, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que su gobierno ya despliega una estrategia integral para evitar que entren en vigor las nuevas medidas comerciales restrictivas programadas para el 1° de agosto.
Trump anunció un arancel del 30% a todas las importaciones mexicanas como medida de presión para forzar al gobierno mexicano a frenar el tráfico de fentanilo y la actividad de los cárteles. La Casa Blanca envió una carta oficial a Sheinbaum señalando que México “no ha hecho lo suficiente” para contener al crimen organizado, pese a la cooperación bilateral.
Ante este escenario, Sheinbaum reafirmó que su administración ya ha presentado propuestas concretas al equipo del mandatario estadounidense. En su conferencia matutina, la presidenta detalló que un equipo técnico del gobierno mexicano se encuentra trabajando en Washington D.C., en coordinación con las secretarías de Economía y Hacienda, para buscar alternativas al castigo arancelario. Expresó Sheinbaum:
“Se puede disminuir el déficit comercial a partir de distintos mecanismos que no afecten a la economía de México” … “Esperamos llegar a un acuerdo razonable. La vía es el entendimiento, no la imposición unilateral”.
A diferencia de administraciones pasadas que optaron por una respuesta reactiva, Sheinbaum ha apostado por la diplomacia técnica y la negociación directa. No descartó, incluso, una conversación personal con Trump si las negociaciones técnicas no avanzan lo suficiente.
El enfoque de la mandataria busca evitar que el conflicto escale hacia una guerra comercial, como ocurrió durante el primer mandato de Trump, cuando el entonces presidente utilizó la amenaza arancelaria como mecanismo de presión en temas migratorios. Subrayó Sheinbaum:
“Desde la firma del TLCAN y ahora con el T-MEC, nuestra economía se ha integrado profundamente con la estadounidense. El nearshoring ha fortalecido esa relación y es momento de afianzarla, no de debilitarla”.
Aunque Trump no mencionó directamente a México en sus recientes discursos, sus palabras fueron interpretadas como una amenaza velada. El presidente reiteró que su gobierno implementará un “arancel muy, muy sencillo” a países con los que EE.UU. mantiene un déficit comercial, una categoría en la que México encabeza la lista.
Sheinbaum cuestionó esta lógica, recordando que buena parte de las exportaciones mexicanas provienen de filiales de empresas estadounidenses instaladas en territorio nacional:
“Lo que está en juego no es solo la economía mexicana, sino miles de empleos y cadenas productivas compartidas”.
Con menos de dos semanas para la posible entrada en vigor de los aranceles, el reloj corre para ambas naciones. La presidencia mexicana busca evitar una escalada que golpee a sectores clave como el automotriz, agroindustrial y electrónico, todos altamente dependientes del comercio binacional.
El mensaje de Sheinbaum prioriza la estabilidad regional, los intereses compartidos y la diplomacia comercial. El desenlace, sin embargo, dependerá de la disposición de la Casa Blanca a escuchar y negociar.
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