En el corazón del país y frente a miles de asistentes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, encabezó este sábado la ceremonia conmemorativa por los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan, acto con el que dio inicio a un año de celebraciones para honrar el nacimiento del que fuera uno de los imperios más grandes de Mesoamérica.
Desde el Zócalo capitalino, acompañada por su gabinete, legisladores, integrantes del Ejército, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional —mujeres y hombres—, así como la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, Sheinbaum reivindicó la profundidad histórica de la nación:
“México no nació con la llegada de los españoles, México nació mucho antes, con las grandes civilizaciones que florecieron estas benditas tierras: los mayas, los zapotecas, los mixtecos, los purépechas, todos los pueblos originarios”.

En un acto cargado de simbolismo, más de 3 mil 500 danzantes de comunidades pilares y utopías participaron en una representación escénica de la migración ancestral mexica desde Aztlán hasta el islote del lago de Texcoco, donde vieron el águila sobre el nopal devorando una serpiente, signo divino que marcaría la fundación de Tenochtitlan en 1325 y que hoy forma parte del Escudo Nacional.
Sheinbaum cortó el listón inaugural de las celebraciones bajo el lema Siete Siglos de Legado de Grandeza, destacando que la fundación de Tenochtitlan no solo fue un hecho histórico, sino también un testimonio del espíritu indómito de un pueblo que convirtió una isla inhóspita en una ciudad poderosa y sofisticada. Expresó la presidenta:
“La grandeza de Tenochtitlán no fue sólo su fuerza y su belleza, sino su alma… su arquitectura exacta como las estrellas y su gente orgullosa”.

Durante su mensaje, la presidenta también subrayó que hablar de Tenochtitlan es reconocer el pulso vivo de la historia que aún late bajo la Ciudad de México, presente en las costumbres, lenguas originarias, gastronomía e identidad del país.
Con este acto, el gobierno federal busca no solo conmemorar el pasado, sino también reafirmar la continuidad de las raíces indígenas en el presente mexicano, en un momento en que la memoria histórica se entrelaza con el proyecto de nación del nuevo gobierno.
Las celebraciones por los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan continuarán a lo largo del año con actividades culturales, educativas y ceremoniales en todo el país.
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