Lecciones que el mundo puede aprender sobre la iniciativa del Banco Mundial para impulsar la calidad alimentaria en Sri Lanka

Sri Lanka enseña que invertir en calidad, digitalización y colaboración es clave para transformar el comercio agrícola y la seguridad alimentaria.

COLOMBO, SRI LANKA – La pérdida de alimentos entre la cosecha y la venta minorista representa un desafío global significativo, con aproximadamente el 14 por ciento de la producción mundial desperdiciada anualmente. Este problema no solo implica la pérdida de alimentos, sino también de recursos valiosos como agua, mano de obra y combustible.

Así lo explica un artículo publicado este miércoles 30 de julio de 2025 por Shane Sela y John Keysler en la página del Banco Mundial, titulado «From farm to fork: boosting food security by fixing border botlenecks» (De la graja al tenedor: impulsando la seguridad alimentaria mediante el ajuste de cuellos de botella fronterizos), que explica que a nivel internacional, los alimentos rechazados en los últimos años por países importadores debido a preocupaciones sanitarias o de plagas sumaron cerca de 649 mil toneladas, con un valor de casi mil 130 millones de dólares estadounidenses. Ante esta realidad, el Banco Mundial ha anunciado un compromiso de 100 millones de dólares estadounidenses en financiamiento, destinado a fortalecer la productividad agrícola, el acceso a mercados y la resiliencia climática en Sri Lanka, con un enfoque crucial en la optimización de su Infraestructura Nacional de Calidad (NQI).

Un Vistazo a la Iniciativa del Banco Mundial

La Naturaleza de esta iniciativa del Banco Mundial se centra en la Infraestructura Nacional de Calidad (NQI, por sus siglas en inglés), un sistema fundamental pero a menudo invisible que asegura que los alimentos exportados sean seguros, trazables y cumplan con los estándares internacionales. Este sistema abarca laboratorios de pruebas, agencias de certificación y plataformas digitales que rastrean los productos desde la granja hasta el mercado. Para Sri Lanka, donde la agricultura sustentó a 2.1 millones de hogares en 2017 y representó más del 26 por ciento del PIB, mejorar la NQI es vital. El país busca expandir sus exportaciones de frutas y verduras de alto valor, como el mango, pero enfrenta barreras debido a las estrictas regulaciones sanitarias y fitosanitarias (SPS).

El proyecto del Gobierno de Sri Lanka, denominado «Proyecto Integrado de Desarrollo Rural y Resiliencia Climática (IRDCRP)», financiado por el Banco Mundial, ofrece una solución integral. Comenzará con la revisión de los sistemas de laboratorio y el desarrollo de herramientas digitales para mejorar la eficiencia, incluyendo sistemas de trazabilidad. El objetivo es alinear las pruebas con las necesidades de productores y comerciantes, optimizar el gasto en equipos y mejorar la coordinación entre laboratorios para reducir la fragmentación y las redundancias.

Impacto y Beneficios Ampliados

La iniciativa no solo se enfoca en la tecnología, sino también en la confianza. Al modernizar los laboratorios y las instalaciones de prueba de Sri Lanka, mejorar la coordinación entre agencias públicas y privadas, capacitar al personal y actualizar el equipo, se busca generar credibilidad ante los compradores internacionales. Los consumidores domésticos también se beneficiarán, ya que una NQI eficiente asegura que los insumos de producción, como semillas y agroquímicos, cumplan con los estándares de calidad y que los sistemas alimentarios adopten la calidad «de la granja a la mesa».

Además, el programa digitalizará las operaciones de las agencias reguladoras para acelerar la certificación y facilitar el seguimiento del cumplimiento, algo crucial ante la creciente complejidad de las regulaciones globales, como la Regulación de Deforestación de la Unión Europea (EUDR). La iniciativa también aborda la importancia de las importaciones de alimentos, garantizando su accesibilidad, seguridad y calidad para los hogares que luchan por alimentarse.

Este esfuerzo en Sri Lanka se complementa con logros similares en Nepal, donde una nueva instalación de tratamiento cerca de Katmandú permite certificar exportaciones libres de plagas, facilitando el acceso a mercados premium como Australia y Estados Unidos. Estos esfuerzos conjuntos en el sur de Asia demuestran cómo inversiones estratégicas en sistemas SPS y NQI pueden transformar el comercio agrícola, asegurar alimentos seguros y accesibles, e impulsar los ingresos rurales. En última instancia, esta iniciativa va más allá de las exportaciones, buscando construir un sistema alimentario que beneficie a todos, desde los agricultores hasta los consumidores, y subraya el valor de la inversión pública inteligente en sistemas esenciales para la economía y la seguridad alimentaria.

Tres lecciones que cualquier país puede aprender sobre esta experiencia de mejora en Sri Lanka

  1. La inversión en Infraestructura Nacional de Calidad (NQI) es crucial: Mejorar los sistemas de laboratorio, certificación y trazabilidad no solo facilita el comercio internacional, sino que también protege a los consumidores domésticos y asegura la calidad de los alimentos.
  2. La digitalización acelera la eficiencia y la confianza: La implementación de herramientas digitales para la trazabilidad y la gestión regulatoria simplifica los procesos, reduce la burocracia y genera mayor credibilidad en las cadenas de suministro.
  3. Un enfoque integral y colaborativo es clave: Abordar la mejora de la calidad alimentaria y el acceso a mercados requiere coordinar esfuerzos entre agencias públicas y privadas, capacitar al personal y considerar tanto las exportaciones como las importaciones para un sistema alimentario robusto.

FOTOGRAFÍA: BANCO MUNDIAL

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