06 DE AGOSTO DE 2025. Karol Nawrocki, nacido en 1983 en Gdańsk, es a partir de este miércoles el más reciente presidente de Polonia, cuya fulgurante irrupción en la política ha causado una intensa conmoción dentro y fuera del país.
La ceremonia de toma de protestase celebró en Varsovia, en la sala de plenos del Parlamento polaco, el Sejm, donde los 460 diputados y 100 senadores de Polonia se encontraban presentes. Nawrocki, vestido con un traje de corte oscuro, realizó su juramento constitucional frente a una copia de la Carta Magna, colocada sobre un atril de madera.
El acto fue presidido por la Mariscala del Sejm. Tras el juramento, el presidente saliente, Andrzej Duda, entregó al nuevo mandatario la Orden del Águila Blanca y la Gran Cruz de la Orden del Renacimiento de Polonia. La banda militar de la Guardia de Honor entonó el himno nacional, Mazurek Dąbrowskiego, mientras la bandera polaca se izaba en la Plaza Piłsudski. Cerca de 200 dignatarios nacionales y extranjeros, incluyendo a representantes de la Unión Europea y la OTAN, asistieron como invitados a la ceremonia. La transmisión en vivo fue seguida por una audiencia estimada de 10 millones de personas en todo el país.
Un Hombre de Acción en la línea más dura del conservadurismo polaco
Karol Nawrocki, nacido en 1983 en Gdańsk, es el reciente y polémico presidente de Polonia, cuya fulgurante irrupción en la política ha causado una intensa conmoción dentro y fuera del país. Historiador de formación, exboxeador amateur y antiguo presidente del Instituto de la Memoria Nacional, Nawrocki se posiciona como un representante de la línea más dura del conservadurismo polaco, vinculado estrechamente al partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), aunque oficialmente se presentó como candidato independiente respaldado por esta fuerza durante las elecciones de 2025. Su lema de campaña, “Polonia primero, los polacos primero”, reflejó el tono nacionalista, euroescéptico y marcadamente antiinmigración que ha caracterizado tanto su discurso como sus primeras decisiones al frente del Estado.
Historiador de formación, exboxeador amateur y antiguo presidente del Instituto de la Memoria Nacional, Nawrocki se posiciona como un representante de la línea más dura del conservadurismo polaco, vinculado estrechamente al partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), aunque oficialmente se presentó como candidato independiente, pero en los hechos respaldado por esta fuerza durante las elecciones de 2025.
Su lema de campaña, “Polonia primero, los polacos primero”, reflejó el tono nacionalista, euroescéptico y marcadamente antiinmigración que ha caracterizado tanto su discurso como sus primeras decisiones al frente del Estado.
En cuanto a derechos de género y la infancia, Nawrocki comparte las tesis más restrictivas de los sectores conservadores polacos, mostrándose abiertamente hostil a la ideología de género y rechazando de manera tajante la posibilidad de que niños y niñas decidan sobre su sexo o género. Durante la campaña, alineó su discurso con la narrativa tradicionalista y el ideario de la Iglesia católica local, promoviendo una visión binaria y rígida de la identidad y los valores familiares.
La reputación de Nawrocki ha estado salpicada por escándalos y sombras desde el inicio de su carrera política.
El segundo departamento y su habitante
Uno de los episodios que más controversia generó durante la campaña presidencial fue la revelación de la existencia de un segundo departamento de su propiedad, omitido inicialmente en sus declaraciones patrimoniales. El caso se agravó cuando la prensa documentó que la adquisición de dicho inmueble estuvo condicionada a una promesa no cumplida de Nawrocki: cuidar a un hombre de la tercera edad con discapacidad, quien terminó finalmente abandonado en un asilo mientras el presidente mantuvo la propiedad, valorada en cientos de miles de zlotys. Este hecho suscitó duros cuestionamientos éticos hacia Nawrocki y fue interpretado por críticos como un ejemplo de su insensibilidad y falta de escrúpulos.
El pasado juvenil del mandatario tampoco ha estado exento de polémica, pues diversos medios y reportajes han documentado su participación activa en peleas de “ustawka” (enfrentamientos organizados entre hooligans o hinchas), especialmente con la barra brava de Lechia Gdańsk. Nawrocki no ha negado su involucramiento, argumentando que se trataba de “módulos nobles de combate” y llegando a presumir el respeto que logró entre sus compañeros por su “capacidad física y coraje”, aunque las crónicas de estas peleas las señalan como episodios especialmente violentos que involucraron a bandas armadas y criminales.
Pro-Trump y anti-Rusia
En política exterior, Nawrocki mantiene una postura confrontativa hacia Rusia, marcada por los incidentes en los que participó en la retirada de monumentos soviéticos y la expresa voluntad de dificultar los avances de Rusia en el este de Europa. Sin embargo, su filiación ideológica lo aproxima a figuras como Donald Trump, con quien ha tenido una relación personal —incluyendo una reunión en la Casa Blanca en mayo de 2025, antes de la segunda vuelta— y cuyas consignas ha replicado en su retórica nacionalista y antieuropeísta. Aunque se plantea como defensor de la soberanía polaca frente a la UE, Nawrocki plantea también restricciones en el apoyo a Ucrania, oponiéndose explícitamente a su adhesión a la OTAN.
La ceremonia de protesta presidencial, realizada este 6 de agosto de 2025 en el Parlamento, marcó el arranque de un ciclo político con previsibles tensiones internas y externas. Nawrocki juró el cargo subrayando la prioridad de su visión nacionalista, afirmando en uno de los momentos más citados:
“Polonia será grande o no existirá”.
En otra intervención, reiteró ante la asamblea: “No permitiremos que manos extranjeras marquen nuestro destino”. La investidura, adornada por gestos de claro simbolismo —como la ausencia de banderas de la Unión Europea en el estrado—, refleja la voluntad del nuevo presidente de distanciar a Polonia de Bruselas y reafirmar lo que él considera el rumbo tradicional del país.
FOTOGRAFÍA: X