WASHINGTON D.C., 17 DE JULIO DE 2025 – En un paso significativo hacia la regulación de una de las tecnologías más transformadoras de nuestro tiempo, el Subcomité de Justicia Penal y Antiterrorismo del Comité Judicial del Senado de Estados Unidos celebró la tarde ayer, 16 de julio, una audiencia crucial titulada «Demasiado grande para perseguir?: Examinando la ingestión masiva de obras protegidas por derechos de autor por parte de la industria de la IA para el entrenamiento de la IA«. La sesión puso de manifiesto las profundas divisiones y los urgentes desafíos que plantea la relación entre la inteligencia artificial y la propiedad intelectual.
La audiencia, conducida por el celebre senador de Missouri Josh Hawley, se centró en la práctica de las grandes empresas de IA de utilizar vastas colecciones de contenido con derechos de autor, como libros, artículos y arte, para entrenar sus modelos algorítmicos sin la autorización explícita de los creadores. Representantes de la industria creativa, incluidos autores y artistas, expusieron sus preocupaciones sobre la aparente infracción masiva de sus derechos y la potencial devaluación de su trabajo. Argumentaron que la «ingestión masiva» no puede considerarse, bajo ninguna perspectiva, un uso justo y que, al permitir que la IA replique estilos y contenido, se está socavando la capacidad de los creadores para ganarse la vida. Se instó al Congreso a actuar rápidamente para establecer un marco legal que proteja a los titulares de derechos y garantice una compensación justa.
Entre las participaciones destacadas, vale la pena mencionar la de David Baldacci, novelista estadounidense de renombre, conocido por sus thrillers legales que han vendido millones de ejemplares a nivel mundial, quien compartió su testimonio sobre todos los años que le tomó desarrollar un estilo convincente y sólido en la composición de novelas que alcanzaran altos niveles de tensión narrativa, pero que también abrevaran de su erudición jurídica como elemento distintivo. Baldacci se quejó de que las compañías de IA ni siquiera pagaron los ejemplares electrónicos de su obra que utilizaron para entrenar sus IAs novelísticas, y que con una combinación de algoritmos consiguieron robar en segundos la destreza prosística y literaria que a él le tomó años adquirir.
Por otro lado, favor de la industria de la inteligencia artificial se pronunció el académico Edward Lee, que defendió la postura de que el entrenamiento de la IA es transformador y constituye un uso justo bajo la ley de derechos de autor. Argumentó que los modelos de lenguaje no copian obras verbatim, sino que aprenden patrones y relaciones para generar contenido nuevo y original. Además, subrayó que una regulación excesivamente estricta podría sofocar la innovación y poner a Estados Unidos en desventaja frente a otras naciones en la carrera por el desarrollo de la IA. Por otra parte, hizo énfasis en la legislación disponible, que permite a cada autor presentar demandar particulares contra cualquier corporación que, considere, ha plagiado su trabajo. Además, argumentó, si se demuestra que hubo un daño incontrovertible a la propiedad intelectual del autor, se podría sentar jurisprudencia para subsecuentes casos.
Si bien no se establecieron conclusiones definitivas ni se votaron legislaciones en esta única audiencia, la sesión sirvió para iluminar la complejidad del problema. La cuestión central es cómo equilibrar la protección de la propiedad intelectual con el fomento de la innovación tecnológica. El debate sugiere que la búsqueda de un terreno común requerirá un enfoque matizado que reconozca los derechos de los creadores sin asfixiar el potencial de la inteligencia artificial. Se espera que este sea solo el comienzo de una serie de discusiones legislativas sobre cómo navegar esta nueva frontera.
IMAGEN DE PORTADA: CANAL DE YOUTUBE DEL SENADO DE EE.UU.