Columnas

Elecciones en la BUAP, en los linderos de la crisis.

En las últimas semanas, en las vísperas del proceso electoral que determinaría quien sería el Rector o Rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la máxima casa de estudios de la entidad ha vivido momentos que la colocaron en los linderos de una crisis. Hubo pequeñas marchas y concentraciones en el centro de la ciudad en las cuales un sector estudiantil se pronunció en contra de la reelección de la rectora Cedillo mientras que hubo otras pequeñas marchas integradas por estudiantes y trabajadores de la BUAP apoyando a ésta última. El agitado ambiente universitario tuvo momentos dramáticos cuando el Dr. Zepeda Memije se desmayó el 27 de agosto al serle notificado por la Comisión Electoral que no era idóneo como candidato a la Rectoría por haber presentado documentos falsos que lo acreditaban como profesor titular “A”.

Agregamos a estos hechos la reunión extraordinaria del Consejo Universitario del 2 se septiembre, el cual por unanimidad desechó la inconformidad de Zepeda Memije ante la decisión de la Comisión Electoral. También el incidente observado el lunes 8 de septiembre cuando un grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras airadamente confrontó a la rectora en el momento en que salía en su auto de un estacionamiento, después de haber presentado su plan de trabajo ante el Consejo Universitario. O el pronunciamiento de César Cansino como candidato opositor la noche del 10 de septiembre después de la jornada electoral, insinuando que habría habido un fraude electoral y presentándose como el triunfador en las elecciones. 

También la marcha de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras del 11 de septiembre, en la cual se pretendió usar por personas ajenas a dicha facultad para hacer un nuevo paro y la toma de las instalaciones de Ciudad Universitaria. Finalmente, la convocatoria para acudir a una concentración enfrente del Edificio Carolino para impedir que los consejeros universitarios acudieran a la sesión en la que se calificó la elección. Esta sesión se tuvo que hacer de manera virtual para evitar que se impidiera la realización de dicha sesión.

No fue este proceso electoral, pese a su brevedad, algo similar a los que se han observado en las últimas décadas en la BUAP. Acaso no podía serlo, ya que la universidad no está viviendo tiempos normales: está resintiendo todavía los efectos del paro estudiantil que habiendo comenzado a fines de febrero tuvo cerrada la universidad durante el mes de marzo. He aquí algunos de los hechos que deben ser considerados en el contexto de la reelección de la rectora Lilia Cedillo.

  1. El sordo malestar estudiantil y universitario existente en la BUAP.  A poco más de cinco meses de que el paro estudiantil terminó, no cabe duda de que los agravios que lo motivaron no han sido resueltos. El movimiento estudiantil que participó en el mismo nos ha hecho saber que algunas de sus demandas no han sido resueltas satisfactoriamente o que otras francamente no han tenido ninguna resolución. El informe de la Comisión Electoral divulgado el 11 de septiembre indica que de los 81,574 estudiantes que votaron, 6,388 votaron nulo lo que significa aproximadamente un 8%. No hay registros de cuántos académicos y administrativos anularon su voto, pero puedo decir que, en mi unidad académica, el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, votaron 41 académicos de los cuales 41% (17) votaron por los opositores o anularon su voto. En las elecciones para elegir director en el mes de mayo, el 100% de los académicos votaron, ahora lo hizo  el 60%.
    • 2. El éxito electoral de Cesar Cansino. El malestar que recorre a la BUAP no tuvo una importante manifestación en el voto nulo. Más bien se canalizó en apoyar a una figura que se presentó a sí misma en la campaña y aun antes de ella, como un crítico de la situación existente en la universidad. En esto César Cansino hizo lo correcto en lo que a estrategia electoral se refiere pues sabía muy bien que el paro y las demandas no resueltas de lo/as estudiantes daba un potencial importante a una candidatura de oposición. Además, Cansino es un politólogo de mérito por lo que sus credenciales académicas son buenas y por ello fue un candidato respetable.  Ricardo Zepeda Memije también quiso capitalizar el clima subjetivo en la BUAP y por ello en algún video aprovechó el que lo responsabilizaran de haber promovido el paro estudiantil de febrero-marzo.

    Muchos estudiantes que votaron por Cansino lo hicieron sin conocerlo, simplemente creyeron que él estaba contra el establishment universitario y al votar por él lo que en realidad hicieron fue votar en contra de Lilia Cedillo. No es posible olvidar que Cansino ha sido parte de ese establishment durante un buen tiempo. Así las cosas, Cesar Cansino obtuvo 31,127 votos estudiantiles, 24 de 44 cuerpos electorales estudiantiles y 48 votos electorales. Es la candidatura opositora más exitosa desde la que encabezó Pedro Hugo Hernández Tejeda en 1997 cuando obtuvo 46 votos electorales. En 1994 dos candidaturas opositoras, entre ellas la primera de Hernández Tejeda habían obtenido 51 votos electorales (los datos de 1994 y 1997 los ha aportado Germán Sánchez Daza en un artículo publicado en Mundo Nuestro).

    • 3. La innegable presencia de las estructuras de movilización de los intereses creados. El paro estudiantil fue un movimiento genuino y con demandas atendibles que expresan los agravios acumulados a lo largo de más de tres décadas de neoliberalismo universitario en la BUAP. He expresado mi desacuerdo con algunas de las demandas que los estudiantes levantaron como es el sufragio universal, pero considero sumamente necesario la realización de un Congreso Universitario y en general simpatizo con la indignación de los y las estudiantes. Es un reduccionismo producto de un error analítico aseverar que fueron las estructuras de movilización de los grupos de interés que operan en la BUAP (la administración central, los partidarios del exrector Alfonso Esparza, los agentes del gobierno de la entidad y Antorcha Campesina) las principales responsables del paro y de la agitación que vivió la universidad en este proceso electoral.

    Dicho esto, también sería una gran ingenuidad desconocer que en el movimiento estudiantil de febrero y marzo y en las recientes elecciones universitarias no operaron dichas estructuras de movilización. Por Martín Hernández Alcántara de La Jornada de Oriente y por lo que pude indagar ese día en Ciudad Universitaria acerca de lo sucedido el jueves 11 de septiembre, puedo concluir que ese día un grupo de aproximadamente 30 personas sindicadas de pertenecer a Antorcha Campesina fueron las promotoras en una asamblea improvisada de promover el paro y la toma de las instalaciones universitarias. Por fortuna la mayor parte de lo/las estudiantes, entre ellos los contingentes de las facultades de Arquitectura y Físico Matemáticas, se retiraron de la concentración rechazando la instrumentalización del descontento estudiantil.

    • 4. La amenaza del conflicto poselectoral. La noche del 10 de septiembre, una vez que se conocieron los resultados de la jornada electoral, el candidato César Cansino, emitió dos videos en los cuales se declaró vencedor en la elección, afirmó que solamente uno de cada cuatro estudiantes había votado por Cedillo y amenazó con un conflicto poselectoral. “Solo con una maniobra sucia e irresponsable las autoridades podrían imponer a la candidata oficial, o sea, desestimando el voto masivo que hoy la comunidad universitaria ha expresado de manera clara e inobjetable en favor de un cambio”. 

    En otro video dirigido a los consejeros universitarios en la víspera de la sesión del Consejo Universitario para calificar las elecciones, les expresó que tenían la oportunidad de estar del “lado de la historia o de la infamia… de su decisión depende la gobernanza de nuestra universidad”. No hay evidencias de que la elección universitaria haya sido fraudulenta pero tampoco que las estructuras de movilización no hayan operado en favor de tal o cual candidatura.

    En términos de voto general universal Lilia Cedillo obtuvo tuvo 41,150 contra 31,863 de César Cansino y Ricardo Paredes 9,706. En términos del voto sectorial Cansino ganó el voto estudiantil con 24 cuerpos electorales, pero perdió el voto universal al obtener Lilia Cedillo 34,617 es decir 3,490 más. En el voto sectorial Lilia Cedillo ganó las elecciones acumulando 175 votos electorales que suman además de los 88 cuerpos electorales académicos que obtuvo, 40 estudiantiles, 44 votos de los directores unidades académicas y 3 de los trabajadores no académicos. No fue un triunfo apretado. Si los resultados evidencian el malestar universitario, las estructuras de movilización de la administración central lo neutralizaron.

    • 5. El fantasma de la intervención del gobernador. En las semanas previas a la elección del 10 de septiembre era posible percibir el nerviosismo que había en las alturas de la BUAP. No había certeza de que la rectora Lilia Cedillo tuviera el visto bueno del gobernador Alejandro Armenta y por ello se especulaba que podría haber un apoyo de ultima ahora a alguno de los posibles contendientes. La invalidación de Ricardo Zepeda Memije como candidato, alimentó el temor a un conflicto jurídico que impidiera la realización de la elección. Teóricamente todavía podría caber esa posibilidad si una maniobra legal (lawfare) ordenara repetir la elección. ¿Apoyaría Armenta este disparate?

    Me parece que no, después de que una habilidosa maniobra convocó a una sesión del Consejo Universitario que con 182 votos a favor y 0 en contra haría aparecer ese lawfare como un atentado contra la autonomía universitaria. La cercanía de Cansino con el gobierno de Armenta también alimentó la desazón pues hay que recordar que el 30 de septiembre de 2024, el gobernador Armenta anunció públicamente que lo había nombrado secretario técnico del Centro Estatal de Desarrollo Municipal Humanista y posteriormente asistió en primera fila a la presentación de un libro del propio Cansino. Personalmente fui escéptico de que el gobernador pudiera intentar semejante gestión. No porque fuera incapaz de la misma, sino porque si estos fueran sus planes debería haberlos comenzado a hacer desde bastante tiempo atrás.

    En todo caso, sus declaraciones del 11 de septiembre, al día siguiente de la elección, son inequívocas: reconoció la reelección de Lilia Cedillo como un ejercicio democrático, destacó la amplia y libre participación de lo/as universitario/as en el proceso electoral y refrendó su compromiso de trabajar con la rectora en el marco de la autonomía universitaria.  No pasaron ni 15 horas antes de que su discurso anulara todo lo que la noche anterior había expresado César Cansino.

    El gobernador habló con sentido común, se necesita una universidad con estabilidad política y en esto lo necesita no solamente Puebla sino el país entero empezando por la presidenta Claudia Sheinbaum. Lo cortés no quita lo valiente, es obvio que los resultados abultados de la oposición crean oportunidad para que se intente meter mano en el próximo gabinete de la rectora. Lo que resulta inquietante tomando en cuenta la historia de la BUAP, es la naturalización por parte un sector de la clase política universitaria del hecho de que el gobernador tiene mano en la decisión de quién va a gobernar la BUAP. ¿Y la autonomía universitaria?

    La rectora Lilia Cedillo próximamente asumirá de nueva cuenta un nuevo período rectoral. Ni ella ni sus asesores pueden dejar de tomar en consideración el clima subjetivo que existe en la universidad. No pueden seguir permitiendo el autoritarismo y la obsecuencia como los expresados por el director del Complejo Regional Nororiental quien amenazó con iniciar un proceso de investigación y “llevarlo hasta las últimas consecuencias” contra los/as estudiantes de la Facultad de Artes Plásticas y Audiovisuales quienes en la sesión virtual del Consejo Universitario que calificó las elecciones, levantaron un cartel que decía “Rectora ilegítima”. No pueden seguir alimentando la percepción de que son morosos y omisos en la solución a las demandas estudiantiles que emanaron del paro observado en meses pasados. Tampoco pueden seguir la máxima del gatopardo en la atención de dichas demandas. De ello depende que la estabilidad universitaria no sea vulnerada o peor aún, que un próximo conflicto sea capitalizado por los más aviesos intereses.

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