Yo soy hijo de maestros, mis recuerdos siempre están mezclados con problemáticas sociales porque desde los 80’s y 90’s fui testigo de los movimientos magisteriales de primera mano. En el lugar de trabajo de mi madre había un mimeógrafo, una máquina pensada para la reproducción de manera mecánica en casi cualquier papel (normalmente se usaba papel barato, nunca hubo suficiente dinero en las escuelas) de cualquier idea que se “picara” en el esténcil. Exámenes, invitaciones, programas de fin de año, cierres de cursos escolares, pero también de desplegados, manifiestos, información de por qué los maestros se encontraban en paro, por qué luchaban, por qué sus hijos aprendían dignidad. El viejo mimeógrafo de la Secundaria Federal numero dos daba vueltas y en cada giro salía el alma de los ochentas, salía la modificación al ISSSTE, la lucha por un sindicato más o menos libre, el nacimiento de la CNTE y del movimiento magisterial de bases, en fin, de la resistencia.
Salto al 2018, yo fui de los que estaban eufóricos. Finalmente, la izquierda había llegado, nos faltaba mucho pero ese sueño de la infancia y juventud había tocado la puerta y ésta se había abierto.
Sí, hubo que comer PES, pero ya sabíamos quiénes eran y hubo Germán Martínez, pero ya sabíamos quién era, y Manuel Espino, pero ya sabíamos quién era, y hasta hubo Cuauhtémoc Blanco y Lili Téllez, pero una vez más, creíamos saber quiénes eran, y así cada vez más gente extraña que nunca estuvo en esa historia pero que ya sabíamos quiénes eran. Pero hubo otros que se suponía si conocíamos, Noroña, Monreal, Adán Augusto, Romo, en fin, y de ellos no supimos realmente quiénes eran…
Otro salto; la izquierda mexicana siempre se caracterizó por la mesura, no en la acción sino en el contenido, se podía luchar de manera incansable por victorias que casi siempre terminaban en derrota, pero siempre se podía llenar la boca y las manos sabiendo que nunca se había traicionado el origen de ello. Hubo excepciones a esta idea, sí, pero por cada uno que se apartó de este pensamiento hubo también un Revueltas, un Castillo, un Flores Laureano, en fin, un sinnúmero de hombres y mujeres que llevaban el corazón a la izquierda y la congruencia en el cerebro.
Sin embargo, de pronto la frase de la izquierda se volvió “yo no soy austero”, “yo no sabía”, “presenten pruebas” y de pronto esa congruencia se perdió porque ya eran gobierno, porque llegaron los que no debían, los que hubo que traer para llegar. Debemos volvernos a sentar a ver el panorama, cuáles son nuestros valores y qué queremos representar, una nota al pie que diga de tanto quererlo cuando lo tuvieron no supieron que hacer y lo rompieron o cuando lo tuvieron lo mejoraron.
Estas semanas han sido tormentosas, de gente que derrocha no solo dinero, sino capital de congruencia, el austero es mi compadre parecieran decir, el ladrón es mi compadre le replican otros, el que puso a sus familiares es mi compadre grita uno más allá, todos menos ellos. Todos menos nosotros, todos y al final fuimos ellos. Ya es momento de saber a dónde vamos, esto no significa comprar la idea de la derecha de que los diferentes fueron los mismos, no porque signifique aceptar que hay alianzas que no deben ser o que hay juegos perversos dentro que siguen independientemente del partido, pero si hay que aceptar y tomar la oportunidad de pintar una raya, de establecer cuál es nuestro Rubicón y que no se tolerará, aunque vaya la vida en ello.
Y este es el momento, porque hasta el día de hoy se habla de conductas casi personales, un Bermúdez, un Ovalle, es decir, gente que opera pero que no ha usado, afortunadamente, el aparato concentrado de lo que es el Estado; claro que es ingenuo pensar que no hay más personas detrás de ellos, pero no hay redes amplias, todavía estamos a tiempo.
Yo he tenido muchos años la opinión de que hay algo más que el castigo, pero hoy no puedo pensar en otra cosa, investigar, prevenir, sancionar y modificar a través de la instrucción y la educación, eso es, aunque lógico y quizá hasta pequeño un gran cambio en nuestra cultura política, si detener (no en la idea de perder su libertad sino de cortar su influencia) a tres o a cinco y enjuiciar a los que sea necesario va a darnos de nueva cuenta la congruencia que teníamos y ser la opción verdadera de mejorar esto ya es hora de hacerlo, no importa que sea una figura prominente traída a la luz por Andrés Manuel López Obrador ya como su secretario, ya como su hijo, ya como su aliado, ya como un liderazgo local que trabajó y se perdió, ya como un aliado incomodo, es hora de parar.
Esta es solo mi opinión, obviamente pueden tildarme de loco y errado o creer que estoy escribiendo lo obvio o quizá pensar que tengo razón, no lo sé, pero yo creo que tenemos que analizar el movimiento de la izquierda, de verdad se necesita estar justificando cada vez con más frecuencia lo que se condenaba antaño, el despilfarro, la displicencia, la opacidad. Hay que preguntarnos si de verdad vamos a usar ese mimeógrafo para imprimir la historia de la 4T en papel seda y no en papel revolución.