Columnas

Los “Trumps” que sobran y las “morenas” que faltan

La Cuarta Transformación ha sido una revolución narrativa. No sólo en el sentido de que el ex presidente López Obrador decidió instaurar un concepto político dentro de los marcos históricos –previo a que la historia misma ocurriera- sino que, el ejercicio comunicacional, también fue el gran ejercicio de gobierno.

La conferencia “mañanera” de López Obrador se convirtió en un espacio vital en el acto de gobierno. La gobernanza y gobernabilidad estuvo delineada y vigilada desde la tribuna mediática de palacio nacional. No fue únicamente un ejercicio de respuesta a la prensa, con visibilidad ciudadana. Las mañaneras fueron sesiones pedagógicas; de revisión histórica e impulsoras del pensamiento crítico popular. Sermones políticos de conversión y reconversión; fundamentados en la máxima
-casi cristiana- de primero los pobres.

La fuerza moral del ex presidente López Obrador fue sustentada por su consecuencia y convicción del discurso en la práctica diaria.

López Obrador construyó una realidad discursiva de cercanía con los sectores vulnerables y de interés prioritario en la atención a los adultos mayores y de los pobres.

Ese fue el éxito de su discurso; su consecuencia.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha integrado los valores de la austeridad republicana a su ejercicio de gobierno: recorre el país y sus pueblos, vuela en avión comercial; es enfática en la justa medianía de los valores que deben prevalecer en un gobierno de izquierda. No es una mujer de izquierda porque lo diga en múltiples discursos. Lo es, porque se desempeña como tal, en sus responsabilidades diarias.

Es también su consecuencia, la que ha permitido hacerle frente a los fantasmas sexenales; el asedió de Trump y las afrentas internas de morena.

Pero, a diferencia de López Obrador, que manufacturó los diversos apoyos de las estructuras políticas y económicas, que fortalecieron electoralmente a morena; la presidenta de México entró al restaurante con el menú definido: en la construcción del consenso de la sucesión presidencial fue impuesto de plato fuerte Adan Augusto, como coordinador en el Senado y como postre, Ricardo Monreal, para coordinar a los diputados.

Coordinación que en temas clave –eliminación de plurinominales, no reelección y no nepotismo- han operado en contra del mandato presidencial.

Son estos –los Monreales; los Adanes; los Pedro´s Haces– los frentes que la presidenta de México ha tenido que sortear en el día a día, simultáneamente al vecino llamado Donald Trump.

¿Quién hace más daño?

El movimiento de regeneración nacional se encuentra en la gran encrucijada de poder materializar (en el segundo piso), los anhelos acumulados que dieron forma al triunfo electoral de López Obrador y vigencia a su narrativa. Desafortunadamente el desgaste del movimiento político ha ido al alza, a partir de los constantes actos frívolos en los que personajes dirigentes de la 4T han mostrado sus más carnales deseos.

Los “Trump´s de la 4T” no son solo actores nacionales del viejo régimen, renovados por el vigente relato, son también alcaldes y legisladores que, bajo su fortuita incorporación a morena, tomaron espacios de poder que ni en sus más optimistas sueños vislumbraron. Es en el orden municipal donde a nombre de morena y de la austeridad republicana, se construyen riquezas personales y gobiernos de intereses de grupo.

El dilema de la Cuarta Transformación será el de construir un proyecto que dé forma a un nuevo México; o el de administrar la buena voluntad que tuvo el ex presidente López Obrador y la gran actuación de la presidenta de México; para saciar la voraz y mercenaria hambre de los Trumps en morena.

Remate:
Durante seis años la oposición mediática al régimen de la 4T ha enfatizado que los triunfos electorales de morena son producto de la utilización de los programas sociales con fines clientelares.

Es innegable que los programas sociales han sido benéficos para amplios sectores poblacionales y que en ello, se puede entender el apoyo social que ha mantenido morena. Pero es imprescindible también que socialmente se traduzca que el beneficio de los programas sociales se debe al proceso histórico y colectivo que representa como movimiento político y social la Cuarta transformación.

En Brasil, en el curso del gobierno de Dilma Rousseff; censaron a los brasileños preguntando como entendían y a quien agradecían el apoyo de los programas sociales: el mayor número de personas lo interpretaba dándole gracias a Dios, no a un proceso social de transformación política.

Actualmente el electorado de la 4T agradece a López Obrador y a la presidenta Claudia Sheinbaum, el apoyo de los programas sociales. Pero los programas sociales ya están en el orden constitucional, y eventualmente la sociedad los asimilará como un derecho inherente. Cuando llegue ese momento… ¿Qué tendrá morena que ofrecer?

Solamente se puede pedir una vez al esperanzado que tenga esperanza.

¿Qué es lo primero que se ve, al despertar, después de una larga y esperanzadora siesta?

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