Una nueva investigación de la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) ha encendido las alarmas internacionales al denunciar que los centros de distribución de alimentos en Gaza, operados por la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), se han convertido en:
“Sitios de masacre orquestada y deshumanización”.
Según el informe titulado “Esto no es ayuda, es un masacre orquestado”, publicado este jueves, MSF acusa a las fuerzas israelíes y a contratistas privados estadounidenses de llevar a cabo ataques intencionados contra civiles palestinos, incluidos menores de edad, que acuden desesperadamente a estos puntos de reparto por falta de alimentos. Afirmó la directora general de MSF, Raquel Ayora, en un comunicado oficial:
“En los casi 54 años de operaciones de MSF, rara vez hemos visto tales niveles de violencia sistemática contra civiles desarmados” … “Los sitios de distribución de la GHF que se disfrazan de ‘ayuda’ se han transformado en un laboratorio de crueldad”.
Los datos médicos recogidos en las clínicas de MSF en Al Mawasi y Jan Yunis revelan un patrón preocupante: un 11 % de los heridos de bala presentan impactos en la cabeza o el cuello, mientras que otro 19 % fue alcanzado en el pecho, abdomen o espalda. La organización sostiene que la “precisión anatómica” de las heridas evidencia que no se trata de fuego accidental, sino de ataques deliberados.
MSF asegura que el sistema de reparto —autorizado por Israel tras meses de bloqueo total— se ha militarizado y opera en zonas bajo control israelí, lo que lo convierte en un escenario de alto riesgo. La falta de alternativas obliga a muchas familias a enviar a sus hijos adolescentes, los únicos con fuerza física para sortear el trayecto y sobrevivir al caos. Sentenció Ayora:
“Niños disparados en el pecho mientras buscaban comida, personas aplastadas en estampidas, multitudes acribilladas en puntos de ayuda: esto no es asistencia humanitaria, es un sistema de represión institucionalizada”.

Llamado internacional y condena a la GHF
Ante esta situación, MSF exige el cierre inmediato de los centros de GHF, la devolución de la gestión de la ayuda a la ONU y un cese urgente del apoyo financiero y logístico por parte de los países que respaldan a esta fundación, con una mención directa al Gobierno de Estados Unidos.
Las cifras del Ministerio de Sanidad palestino son igualmente alarmantes: cientos de personas han muerto en estos centros, ya sea por disparos del ejército israelí o por estampidas provocadas por el hacinamiento y el desorden.
MSF acusa directamente a las autoridades israelíes de utilizar estos centros como una herramienta más de su política de asedio, denunciando que el sistema forma parte de una campaña genocida iniciada el 2 de marzo, cuando Israel impuso un bloqueo total a Gaza.
Hasta el momento, ni el Gobierno de Israel ni la Fundación Humanitaria para Gaza han emitido declaraciones oficiales en respuesta a las acusaciones. Sin embargo, diversas organizaciones de derechos humanos y agencias de la ONU ya han criticado en reiteradas ocasiones el carácter caótico y peligroso de estos puntos de ayuda.
La denuncia de MSF añade un nuevo capítulo a la creciente presión internacional para detener la impunidad con la que se ejerce la violencia sobre la población civil en Gaza, donde el acceso a lo más básico —como comida o atención médica— se ha convertido en una lucha mortal.

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