Israel lanzó este martes un ataque aéreo en Doha, la capital de Catar, con el objetivo de eliminar a dirigentes de Hamás en plena negociación de una tregua en Gaza. La ofensiva, inédita en territorio catarí —un estrecho aliado de Estados Unidos y mediador clave en las conversaciones de paz—, dejó al menos cinco militantes del grupo palestino muertos, además de un policía catarí.
El bombardeo ocurrió alrededor de las 16:00 horas locales (11:00 GMT) contra un edificio residencial donde se encontraban miembros del buró político de Hamás. Aunque el jefe negociador del movimiento, Khalil al-Hayya, era el objetivo principal, él y su delegación sobrevivieron, de acuerdo con fuentes palestinas y medios árabes. Entre los fallecidos se encuentran Hamam Khalil al-Hayya, hijo del líder negociador, y Yihad Labad, director de su oficina.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, defendió la acción al atribuirla a la respuesta por el atentado de este lunes en Jerusalén, reivindicado por Hamás y que dejó seis muertos. “Instruimos a nuestras fuerzas de seguridad a prepararse para neutralizar a los responsables dondequiera que estén”, afirmó en un mensaje conjunto con su ministro de Defensa, Israel Katz.

Catar habla de “ataque criminal”
El gobierno de Doha condenó enérgicamente lo que calificó como un “ataque criminal” y una “flagrante violación del derecho internacional”. El Ministerio del Interior confirmó la muerte del oficial catarí Bader Saad Mohamed al Humaidi al Dosari y reportó varios heridos entre sus fuerzas de seguridad.
El canciller Majed al Ansari desmintió que Catar hubiera sido informado del ataque con anticipación, como sostuvo la Casa Blanca, y aseguró que la llamada de un funcionario estadounidense ocurrió “mientras sonaban las explosiones en Doha”.
La reacción en el mundo árabe fue inmediata. Egipto advirtió que se trata de un “precedente peligroso”; Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos expresaron su solidaridad con Catar y pidieron al Consejo de Seguridad de la ONU tomar medidas para frenar “los ataques bárbaros de Israel”. Irán calificó la acción como “sumamente peligrosa”, mientras que Turquía denunció que la ofensiva demuestra que Tel Aviv “no busca la paz, sino prolongar la guerra”.
El secretario general de la ONU, António Guterres, habló de una “grave violación de la soberanía catarí” y llamó a trabajar por un alto el fuego permanente. Incluso el papa León XIV se sumó a las condenas, alertando sobre “la extrema gravedad” de la situación.


Un aliado de Washington bajo fuego
Catar, que alberga el cuartel general regional de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, es considerado un socio estratégico fuera de la OTAN. Su papel como mediador junto a Egipto y Washington en las negociaciones de Gaza lo coloca en el centro de las tensiones regionales.
El ataque israelí ocurre justo después de que Tel Aviv aceptara, con condiciones, la última propuesta del presidente estadounidense Donald Trump para un alto el fuego, que contempla la liberación de rehenes y el desarme de Hamás.
Con la ofensiva en Doha, Israel no solo amplió el alcance de su guerra contra Hamás, sino que abrió una crisis diplomática con Catar y encendió alarmas en todo Oriente Medio.
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