El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que ordenará la intervención de fuerzas federales en Chicago y Baltimore para combatir la violencia, pese a la férrea oposición de gobernadores y alcaldes demócratas, quienes califican la medida de ilegal, autoritaria y con fines políticos.
“Vamos a entrar”, dijo Trump desde el Despacho Oval al ser cuestionado sobre el despliegue de tropas en Chicago, aunque no precisó la fecha. El mandatario insistió en que tiene “la obligación de proteger al país” y negó motivaciones partidistas. Sin embargo, sus palabras reavivaron el choque con las autoridades de Illinois y Maryland, que se preparan para enfrentar en tribunales y en las calles lo que consideran una militarización encubierta.
El gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, calificó de “desequilibradas” las declaraciones de Trump y aseguró que no pedirá apoyo federal. “No llamaré al presidente para pedirle que envíe tropas a Chicago. Ya lo he dejado claro”, afirmó. Pritzker, junto con el fiscal general Kwame Raoul, advirtió que cualquier despliegue será impugnado legalmente. “El plan del presidente no es para combatir el crimen. Es puro teatro”, dijo Raoul.
El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, acusó que el verdadero problema de violencia en la ciudad proviene del tráfico de armas desde estados vecinos gobernados por republicanos, como Indiana. Además, firmó una orden ejecutiva que prohíbe a la policía local colaborar con tropas federales en tareas migratorias y obliga a los agentes externos a portar cámaras corporales y credenciales visibles. “No queremos tanques en nuestras calles ni familias destrozadas. No acepto órdenes del gobierno federal”, subrayó.
Organizaciones comunitarias, como la Coalición de Illinois por los Derechos de Inmigrantes y Refugiados (ICIRR), también se movilizan. “Trump intenta difundir miedo, pero estamos listos para enfrentarlo”, declaró Verónica Castro, subdirectora del grupo. Han activado redes de respuesta rápida en barrios migrantes para documentar abusos y orientar a la población frente a redadas y retenes.
La tensión se suma a las sospechas de que la Casa Blanca busca una confrontación política. El congresista demócrata Jesús “Chuy” García advirtió que el presidente pretende provocar disturbios que justifiquen la militarización. “Trump busca la escalada y no podemos darle lo que quiere. Tenemos que defender la democracia”, señaló, alertando incluso sobre un posible uso del Desfile del Día de la Independencia de México, el 16 de septiembre, como escenario de choque.
En Baltimore, el gobernador Wes Moore y autoridades locales también cerraron filas contra la medida. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, confirmó que ICE expandirá sus operaciones en las próximas semanas, aunque no precisó si habrá despliegue inmediato de la Guardia Nacional.
Las estadísticas oficiales contradicen la narrativa presidencial: Chicago registra en 2025 una disminución del 31 % en homicidios y del 37 % en tiroteos respecto al año pasado. Pese a ello, Trump sostiene que la ciudad “está fuera de control” y cita el saldo de siete muertos y 47 heridos en tiroteos durante el último fin de semana como justificación de la intervención.
Mientras tanto, la comunidad se mantiene en vilo: entre la desconfianza hacia la Casa Blanca y la preparación para resistir lo que perciben como una estrategia electoral más que un plan de seguridad.
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