A pesar del reciente acuerdo de alto el fuego entre Israel y Siria, los enfrentamientos armados en la provincia sureña de Al Sueida se han intensificado este sábado, con un saldo trágico de al menos 940 muertos en una semana, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El presidente sirio, Ahmed al Sharaa, anunció por la mañana un «alto el fuego inmediato y completo», como parte de un acuerdo mediado por el enviado especial de Estados Unidos, Tom Barrack, y con respaldo de Turquía. Sin embargo, horas después del anuncio oficial, los enfrentamientos entre grupos beduinos y milicias drusas se reactivaron en el oeste de la ciudad de Al Sueida, desatando nuevas oleadas de violencia.
El gobierno sirio, que había ordenado la retirada de sus tropas el miércoles tras un alto el fuego interno, confirmó este sábado el redespliegue de sus fuerzas en la región, supuestamente para “garantizar la aplicación del cese de hostilidades, mantener el orden público y proteger a los ciudadanos”.
No obstante, la presencia militar no logró frenar los choques armados, que se producen en una zona de compleja composición étnica y religiosa, y que han dado pie a una creciente intervención internacional. Israel justificó su participación en el conflicto alegando su deber de proteger a la minoría drusa, con presencia también en territorio israelí.
La tensión ha tenido consecuencias humanitarias devastadoras. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) calcula que al menos 60 mil personas han sido desplazadas en la última semana, sumándose a los millones de afectados por la prolongada guerra civil siria.
A pesar del llamamiento del gobierno de Damasco a que «todas las partes cumplan plenamente el alto el fuego», los hechos sobre el terreno apuntan a una realidad más cruda: el conflicto en el sur del país sigue fuera de control y el cese al fuego internacional parece, por ahora, una declaración sin efectos prácticos.
El anuncio de paz, aunque celebrado por actores internacionales, no ha logrado contener un conflicto local que amenaza con escalar nuevamente, mientras la población civil queda atrapada entre líneas de fuego, desplazamientos masivos y una creciente inestabilidad.
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