La multinacional energética española Cox anunció este jueves la compra de los activos de Iberdrola en México por 4,200 millones de dólares, consolidando así su entrada como uno de los actores más relevantes del sector eléctrico nacional. El acuerdo incluye 15 plantas de generación eléctrica con una capacidad operativa de 2,600 megavatios, de los cuales 1,232 MW provienen de fuentes renovables, así como una participación del 25% del mercado de suministro eléctrico a grandes consumidores.
Además de la operación, Cox proyecta invertir 10,700 millones de dólares en México entre 2025 y 2030, en una estrategia que contempla el desarrollo de nuevos activos energéticos, concesiones de agua, coinversiones con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la creación de un polo de desarrollo para el bienestar mexicano.
La operación representa un cambio radical en la perspectiva empresarial hacia México. Mientras que Iberdrola ha ido reduciendo su exposición en el país, primero con la venta de 13 plantas al gobierno de Andrés Manuel López Obrador por 6,000 millones de dólares en 2023, y ahora con su retiro casi total del mercado, Cox destaca la “seguridad jurídica” y el “amplio potencial” que ofrece México.
“El país representa un mercado estratégico respaldado por fundamentos macroeconómicos sólidos y una política fiscal responsable”, subrayó la empresa en un comunicado. También calificó al sistema bancario mexicano como “sólido y estable”, en un entorno de creciente demanda eléctrica que exige inversiones de gran escala.
El grupo señaló que su incursión en México responde a una estrategia de expansión en mercados de alto crecimiento, buscando activos que generen rentabilidad sostenible a largo plazo. La compañía, que cotiza en bolsa desde noviembre del año pasado, ve en México su segundo mercado eléctrico más importante en América Latina.
La venta también incluye una cartera de desarrollo de 12 GW en proyectos de generación eléctrica y la principal suministradora de energía privada del país, que atiende a más de 500 grandes clientes con más de 20 TWh al año.
Aunque medios internacionales como El Confidencial han atribuido la salida de Iberdrola a una “falta de certeza jurídica” durante la transición entre el gobierno de López Obrador y el inicio de la administración de Claudia Sheinbaum, Cox tomó la dirección opuesta, asegurando que el nuevo escenario político representa un ambiente propicio para la inversión.
Con esta transacción, Cox asume el control de una de las plataformas energéticas privadas más importantes del país, al tiempo que refuerza su apuesta por energías renovables, agua y proyectos en colaboración con el Estado mexicano.
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