Brasilia, 17 de julio de 2025 – El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, respondió con contundencia al anuncio del mandatario estadounidense Donald Trump, quien pretende imponer un arancel del 50 % a las exportaciones brasileñas a partir de agosto. Lejos de ceder ante la amenaza, Lula envió un mensaje directo desde el estado de Goiás: “A mí ningún gringo me da órdenes”.
La frase, cargada de simbolismo y orgullo nacional, marcó un punto de inflexión en el discurso diplomático brasileño y fue aplaudida por amplios sectores sociales y políticos. Con camisa roja y frente a una multitud, el presidente defendió la soberanía económica de Brasil y denunció que las medidas de Trump son una represalia política por el juicio contra Jair Bolsonaro, exmandatario ultraderechista cercano al magnate estadounidense.
Lula contra el imperialismo económico
La reacción de Lula no fue solo verbal. Su gobierno anunció que recurrirá a la Organización Mundial del Comercio y que, en caso de no obtener una respuesta favorable, aplicará medidas recíprocas amparadas en la Ley de Defensa Económica aprobada en abril.
“El Brasil que gobernamos no se arrodilla. Defendemos nuestra producción, nuestro pueblo y nuestra dignidad”, declaró Lula.
El canciller Mauro Vieira reiteró que Brasil está dispuesto al diálogo, pero sin aceptar imposiciones ni chantajes desde Washington.
Respaldo popular y aislamiento de Bolsonaro
El arancel de Trump, lejos de debilitar a Lula, ha reforzado su posición interna. Sectores del agronegocio y la industria, tradicionalmente reticentes a su gobierno, han cerrado filas con el presidente en defensa de los intereses nacionales. El contraste con Bolsonaro —quien ha sido acusado de buscar la intervención de Trump en su proceso judicial— no ha pasado desapercibido.
“Mientras uno se arrodilla, el otro defiende la soberanía”, resumió un analista brasileño.
Un mensaje que resuena en América Latina
Lula ha insistido en foros regionales como la Celac que América Latina debe actuar unida ante intentos de dominación comercial. La frase “ningún gringo me da órdenes” se ha convertido en emblema de una política exterior soberana, digna y antimperialista.
Desde México, donde también se libran batallas contra el intervencionismo y las presiones comerciales del norte, las palabras de Lula son vistas como un llamado a reforzar la unidad latinoamericana frente a las viejas y nuevas formas de subordinación.