DOMINGO 22 DE JUNIO, 2025. El presidente de Irán, Masud Pezeshkian, condenó enérgicamente el ataque perpetrado por Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes la noche del 21 de junio de 2025, calificándolo como una “agresión” y responsabilizando a Washington de estar detrás de la reciente escalada militar en la región.
Pezeshkian aseguró que la acción estadounidense demuestra que “Estados Unidos es el principal factor detrás de las acciones hostiles del régimen sionista contra la República Islámica de Irán”, y añadió que la intervención se produjo tras la “incapacidad evidente” de Israel para lograr sus objetivos militares en territorio iraní.
A esta condena se sumaron otros altos funcionarios iraníes, quienes insistieron en que el ataque no representa un peligro inmediato para la población civil cercana a las zonas nucleares. La portavoz del gobierno, Fatemeh Mohajerani, declaró a la televisión estatal que “no hay ningún peligro para las personas que viven en las inmediaciones de nuestras zonas nucleares. Los habitantes de Natanz, Isfahán y Fordo pueden seguir con sus vidas normalmente” .
La reacción internacional no se hizo esperar. Diversos países expresaron su preocupación ante la posibilidad de una escalada incontrolable en Oriente Medio, advirtiendo sobre las consecuencias impredecibles de la intervención militar estadounidense. Pakistán, por ejemplo, manifestó su inquietud por el impacto regional y global del bombardeo, mientras que grupos aliados de Irán, como los hutíes de Yemen, amenazaron con represalias y expresaron su respaldo al gobierno iraní. En general, la mayoría de las naciones abogaron por la desescalada y el diálogo para evitar un conflicto mayor.
En el ámbito político estadounidense, la decisión del presidente Donald Trump de ordenar el ataque también fue objeto de críticas. Legisladores tanto demócratas como republicanos condenaron la operación por considerarla inconstitucional, argumentando que el Congreso debió haber aprobado previamente el uso de la fuerza. El congresista republicano Thomas Massie calificó la acción de “no constitucional”, mientras que el demócrata Jim Himes recordó que el Congreso “debe tener voz en este tipo de asuntos antes de que caigan las bombas”3. Sin embargo, algunos senadores republicanos defendieron la medida como “la decisión correcta” ante la creciente tensión entre Irán e Israel
El ataque, bautizado como “Operación Martillo de Medianoche”, fue ejecutado por siete bombarderos furtivos B-2 estadounidenses que volaron desde territorio continental de Estados Unidos hasta Irán, alcanzando con éxito tres instalaciones nucleares clave: Fordo, Natanz e Isfahán.
Según el Pentágono, la operación devastó el programa nuclear iraní, aunque hasta el momento no se han reportado víctimas civiles ni daños colaterales significativos. El gobierno estadounidense aseguró que el objetivo no era un “cambio de régimen”, sino disuadir a Irán de continuar con su programa nuclear y evitar una mayor escalada en la región.
