El jueves 7 de agosto de 2025, el gabinete presidencial de Líbano llevó a cabo una tensa reunión para discutir el desarme de Hezbollah, un grupo armado chiita respaldado por Irán que ha sido un actor político y militar influyente en el país durante décadas.
Esta sesión se realizó bajo una considerable presión de Estados Unidos, que ha entregado a las autoridades libanesas una propuesta detallada para desarmar a Hezbollah antes de fin de año, en coordinación con un plan para que Israel detenga sus ofensivas militares y retire sus fuerzas de cinco posiciones en el sur de Líbano que aún mantiene ocupadas.
En el encuentro, el gabinete ratificó la solicitud de limitar el suministro y posesión de armas a seis fuerzas armadas oficiales o semioficiales controladas por el Estado libanés, conforme a una estrategia para establecer un monopolio estatal sobre el armamento. El primer ministro Nawaf Salam subrayó la responsabilidad del Estado de monopolizar el uso de armas. Este mandato representa un giro significativo, pues implica desafiar la presencia armada de Hezbollah, que ha rechazado sistemáticamente cualquier intento de desarme desde el conflicto bélico del año anterior con Israel.
Revuelo tras solicitud sobre desarme a Hezbollah y las acusaciones contra las presiones de Estados Unidos
La reacción de Hezbollah y sus aliados chiitas dentro y fuera del gabinete no se hizo esperar. Miembros parlamentarios y ministros pertenecientes al bloque chiita protagonizaron un retiro coordinado con objetivos de protesta en medio de la reunión, evidenciando su rechazo frontal a la iniciativa.
En un comunicado oficial, Hezbollah tachó la medida como «un grave pecado» y afirmó que la trataba «como si no existiera«, acusando al gobierno libanés de «ceder a las órdenes estadounidenses que atienden exclusivamente los intereses del enemigo sionista.» Además, reiteró que no considerará discutir un desarme mientras Israel mantenga su ocupación y continúe sus ataques sobre territorio libanés. Su líder adjunto, Naim Qassem, enfatizó que “la resistencia es fuerte, resiliente y preparada para defender la soberanía e independencia de Líbano”. Por su parte, diputados y movimientos chiitas como Amal también han expresado apoyo a Hezbollah y rechazado cualquier intento de reducción de su poder militar.
Es originalmente Estados Unidos, por medio del enviado especial Tom Barrack, quien ha impulsado firmemente esta agenda con Líbano, presentando un plan que busca «extender y estabilizar» una tregua establecida en noviembre del año pasado entre Líbano e Israel. Washington condiciona la presión para el desarme de Hezbollah a un retiro israelí de las posiciones que ocupa en el sur libanés, un punto controvertido sobre el cual aún no hay acuerdo claro. Un congresista estadounidense incluso declaró que Estados Unidos presionará para que Israel retire totalmente sus fuerzas si el ejército libanés logra controlar la seguridad interna y eliminar armamento fuera del monopolio estatal.
La preocupación del gobierno libanés es palpable, no solo por la inestabilidad política interna que podría desatar el desarme forzado de Hezbollah, sino también ante la continuidad de las incursiones israelíes, que golpean a las comunidades chiitas y desafían el acuerdo de cese al fuego. La administración libanesa calcula que solo a través de la restricción de armas a seis fuerzas oficiales podrá estabilizar el país y controlar las fracturas sectarias. Sin embargo, este ambicioso plan se enfrenta a una resistencia interna significativa y a un contexto regional marcado por la vieja tensión con Israel y la influencia iraní a través de Hezbollah.
En resumen, la reunión del gabinete libanés del 7 de agosto evidencia un momento crítico en la política del Líbano contemporáneo, donde el equilibrio entre soberanía, seguridad nacional y presiones externas, especialmente de Estados Unidos e Israel, ponen en jaque el poder de Hezbollah y la estabilidad del país. Como lo expresó un portavoz del grupo: «El gobierno ha cometido una transgresión grave al privar a Líbano de sus medios para resistir al adversario israelí» y aseguraron estar abiertos al diálogo solo en un marco que respete su papel estratégico y la situación geopolítica regional.
FOTOGRAFÍA: X