En medio de la creciente tensión entre Israel e Irán, Estados Unidos ha comenzado a movilizar seis bombarderos estratégicos B-2 con destino a la isla de Guam, en el océano Pacífico. La medida coincide con que el presidente Donald Trump evalúa la posibilidad de lanzar un ataque directo contra Irán para impedir que el país persa desarrolle un arma nuclear.
De acuerdo con el seguimiento de portales especializados en tráfico aéreo y defensa, los B-2 despegaron en las últimas horas desde la base aérea Whiteman, en Misuri, acompañados por aviones cisterna KC-135 para reabastecimiento en vuelo. Aunque inicialmente se informó que podrían dirigirse hacia la base de Diego García, en el océano Índico, fuentes como The Aviationist indican que su destino final sería la base Andersen, en Guam.
Estos bombarderos furtivos tienen la capacidad de realizar ataques a gran distancia y penetrar sistemas avanzados de defensa aérea, incluidos objetivos subterráneos. Además, pueden transportar armas convencionales o nucleares, y son capaces de lanzar la GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP), conocida como la «madre de todas las bombas», una potente bomba antibúnker que puede destruir instalaciones profundamente fortificadas.
Por su parte, Irán ha negado reiteradamente estar desarrollando armas nucleares, aunque mantiene intercambios militares con Israel. El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abás Araqchi, advirtió que una intervención directa de Estados Unidos en esta guerra sería «desafortunada y muy peligrosa para todos».
El despliegue de estos bombarderos estadounidenses refuerza la percepción de que Washington se está preparando para un posible enfrentamiento directo en Oriente Medio, aunque por ahora no hay confirmación oficial sobre objetivos específicos o el alcance de la operación.
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