Con un llamado a mantener a América Latina y el Caribe como zona de paz y a fortalecer el multilateralismo frente a las tensiones globales, concluyó en Santa Marta, Colombia, la IV Cumbre CELAC–UE, que reunió a 60 países y cerró con una Declaración de 52 puntos y dos acuerdos adicionales en materia de seguridad ciudadana y economía del cuidado.
La cita, presidida por Gustavo Petro en su calidad de titular pro tempore de la CELAC, buscó reafirmar la cooperación birregional entre Europa y América Latina en un contexto marcado por crisis simultáneas —desde el cambio climático y los conflictos armados, hasta la desigualdad y la digitalización económica— aun con la ausencia de consenso total y la retirada de Venezuela y Nicaragua en estos acuerdos.
La declaración conjunta reafirma el compromiso con el respeto al derecho internacional, la soberanía de los pueblos y la solución pacífica de controversias, en un mensaje que, aunque diplomático, apunta a la creciente presencia militar de Estados Unidos en el Caribe. Petro subrayó que solo la cooperación entre naciones puede enfrentar amenazas comunes y advirtió sobre los riesgos de la imposición unilateral en la política global.
El documento, suscrito por 32 de los 33 miembros de la CELAC y los 27 de la UE, propone mantener a la región como zona libre de conflictos bélicos y refuerza la idea de que la humanidad enfrenta desafíos existenciales —como la crisis climática o la pobreza— que no pueden resolverse de forma aislada.
Acuerdos concretos: seguridad, economía del cuidado e inversión verde
El presidente del Consejo Europeo, António Costa, calificó la cumbre como un mensaje “de diálogo sobre la división y cooperación sobre la confrontación”. Anunció la creación de una Alianza para la Seguridad Ciudadana, que fortalecerá la cooperación birregional contra el narcotráfico, la delincuencia organizada y los delitos ambientales.
Paralelamente, se aprobó un Pacto por la Economía del Cuidado, que busca compartir experiencias sobre políticas públicas que reconozcan el valor económico del trabajo no remunerado, mayoritariamente realizado por mujeres. Según la OIT, este tipo de labores representa hasta el 21% del PIB regional, pero sigue sin ser compensado.
Costa también confirmó la expansión del programa europeo Global Gateway, con 31 mil millones de euros en inversión para infraestructura verde y digital, incluyendo proyectos de conectividad satelital, redes eléctricas regionales y supercomputación entre ambos continentes.
Promesas y límites de una relación “entre iguales”
Aunque la cumbre fue presentada como un “nuevo comienzo” del vínculo birregional, el texto final repite compromisos previos sobre democracia, derechos humanos, transición energética y reforma del sistema financiero global, sin fijar plazos concretos ni mecanismos de cumplimiento.
La falta de consenso en temas sensibles como Gaza, Cuba y Ucrania llevó a varios países —entre ellos Argentina, Costa Rica y Paraguay— a expresar reservas. Las divergencias dejaron en evidencia que, si bien la CELAC busca proyectarse como un actor unido ante Europa, aún carece de una voz común y una agenda compartida.
Aun así, el encuentro marcó un cambio de tono respecto al pasado: tras ocho años de parálisis, la CELAC–UE parece haber recuperado dinamismo político y relevancia internacional. Santa Marta, que conmemora 500 años de su fundación, se convirtió en escenario simbólico de ese intento por reequilibrar la relación entre el Norte y el Sur global.
Fotografía: Redes












