10 DE JULIO DE 2025. En los últimos días, el panorama político brasileño se ha visto sacudido por informaciones provenientes del influyente medio «Folha de S. Paulo», que advierte sobre la posibilidad de que el expresidente Jair Bolsonaro esté preparando un eventual plan de fuga ante el riesgo de enfrentar una condena judicial. Esta alarma ha resonado en los círculos gubernamentales y entre los ministros brasileños, quienes temen que Bolsonaro opte por abandonar el país si las cortes dictaminan en su contra y lo encaminan hacia la cárcel.
El contexto de estas preocupaciones se enmarca en la compleja situación judicial que enfrenta Bolsonaro, acusado de diversos delitos durante su mandato, incluyendo supuestas irregularidades electorales y posibles actos de corrupción. Las investigaciones avanzan y, según analistas y fuentes políticas, existe una posibilidad real de que el expresidente sea condenado. En este escenario, la hipótesis de una fuga cobra fuerza, especialmente tras observar ciertos movimientos en el entorno familiar y político de Bolsonaro.
Uno de los indicios más relevantes señalados por «Folha de S. Paulo» es la residencia de Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario, en los Estados Unidos. Eduardo, quien se autodenomina «diputado en el exilio», ha reforzado la percepción de que la familia Bolsonaro estaría buscando alternativas fuera de Brasil ante la amenaza de una sentencia adversa. Esta situación no solo evidencia una estrategia de resguardo personal, sino que también podría formar parte de un plan más amplio para evitar la acción de la justicia brasileña.
A la par, Jair Bolsonaro ha mantenido un silencio absoluto respecto a la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva, evitando reconocer públicamente el triunfo de su adversario. Esta actitud ha sido interpretada por diversos sectores como una señal de distanciamiento y de falta de disposición a colaborar con el nuevo gobierno y con las instituciones democráticas del país. El silencio de Bolsonaro contrasta con su activa relación con figuras internacionales, en particular con el expresidente estadounidense Donald Trump, con quien ha mantenido una cercanía política e ideológica. Dicha relación ha sido vista como un posible respaldo en caso de que Bolsonaro decida buscar refugio fuera de Brasil, especialmente en Estados Unidos, país donde ya reside parte de su familia.
La preocupación de los ministros brasileños no es infundada. La historia política de América Latina registra varios casos de exmandatarios que, ante la inminencia de procesos judiciales, han optado por el exilio para evitar la cárcel. En este sentido, el caso de Bolsonaro podría seguir una ruta similar, lo que plantearía serios desafíos para la justicia brasileña y para la estabilidad institucional del país.
Paul Krugman, Premio Nóbel de Economía, explota contra aranceles de Trump a Brasil
Ayer, el presidente estadounidense Donald Trump anunció la imposición de un arancel del 50% por parte de Estados Unidos a Brasil. , El sorpresivo arancel fue directamente vinculado a su defensa de Jair Bolsonaro y su objeción al proceso judicial que enfrenta el expresidente brasileño por un intento de golpe de Estado tras las elecciones de 2022.
Trump ha declarado públicamente que considera este juicio una «cacería de brujas» y una «vergüenza internacional», y ha utilizado los aranceles como una forma de presión sobre el gobierno brasileño, actualmente liderado por Luiz Inácio Lula da Silva.
El economista Paul Krugman, laureado con el Premio Nobel, ha emitido una dura crítica contra esta política arancelaria impuesta por el presidente Donald Trump a Brasil, calificándolas de «megalomaníacas y malignas». Según Krugman, estas medidas no solo carecen de una base económica sólida, sino que también reflejan una ambición desmedida y una intención perjudicial.
Las declaraciones de Krugman subrayan su preocupación por el impacto negativo que tales aranceles podrían tener en la economía global y en las relaciones comerciales internacionales. El Nobel de Economía enfatiza que este tipo de acciones desestabilizan el comercio y generan incertidumbre, lo que a su vez podría repercutir en el crecimiento económico mundial.












