La crisis de gobierno en Israel se agudiza tras la salida de uno de los partidos ultraortodoxos de la coalición liderada por Benjamin Netanyahu, dejando al primer ministro con una mayoría frágil de apenas un escaño en la Knéset.
El abandono del partido Yahadut HaTorah (Judaísmo Unido de la Torá), clave en el bloque de gobierno, responde a una creciente tensión por los planes de Netanyahu de imponer el servicio militar obligatorio a los jóvenes ultraortodoxos, tradicionalmente exentos de esta carga. La decisión generó una ruptura inmediata y profundizó el malestar de varios sectores del gobierno.
Esta fractura política ocurre en un contexto crítico: el país enfrenta presiones internas e internacionales por su ofensiva militar prolongada en la Franja de Gaza, que ha dejado decenas de miles de muertos, en su mayoría civiles palestinos. La oposición, debilitada desde las elecciones pasadas, busca aprovechar el momento para convocar a nuevas elecciones o empujar una moción de censura.
“Netanyahu ya no gobierna con mayoría estable y eso abre una puerta a la inestabilidad política en medio de una guerra devastadora”, advierten analistas israelíes.
El liderazgo del primer ministro también se ve erosionado por las crecientes protestas ciudadanas, tanto por la situación económica como por las políticas de ocupación y el creciente aislamiento diplomático de Israel. Organizaciones internacionales denuncian crímenes de guerra y la falta de una estrategia política para resolver el conflicto con Palestina.
En este escenario, los sectores más extremistas dentro del gobierno, como el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, presionan por mantener una línea aún más dura contra Gaza y Cisjordania, lo que podría agravar el aislamiento y acelerar la crisis institucional.
Mientras tanto, las fuerzas armadas israelíes siguen adelante con su campaña en Gaza, sin resultados claros, y con una creciente fractura interna en la coalición de gobierno que amenaza la continuidad del régimen de Netanyahu.