En la ciudad belga de Ypres, uno de los escenarios más devastados de la guerra, militares, dirigentes políticos y ciudadanos de distintos países se reunieron bajo una lluvia de pétalos rojos. La ceremonia principal tuvo lugar en la Puerta de Menin, un monumental arco de piedra en el que están grabados los nombres de miles de soldados que murieron sin tener tumba. Delegaciones internacionales colocaron coronas conmemorativas y guardaron silencio en honor a las víctimas.
El 11 de noviembre marca el Día del Armisticio, la fecha en que cesaron los combates en 1918 y se selló el acuerdo que puso fin a cuatro años de destrucción. En otros países se conoce como el Día de los Veteranos o el Día del Recuerdo, y millones de personas detuvieron sus actividades a las 11 de la mañana para rendir tributo, siguiendo la tradición de guardar dos minutos de silencio “a la undécima hora del undécimo día del undécimo mes”.
En Ypres, la jornada estuvo marcada por una atmósfera de recogimiento. Gaitas y cornetas acompañaron una interpretación de “Masters of War” de Bob Dylan, mientras un coro entonó “Imagine” de John Lennon, canciones que evocan el anhelo de un mundo libre de violencia.
En Francia, el presidente Emmanuel Macron encabezó la ceremonia tradicional en el Arco de Triunfo de París, donde encendió la llama eterna de la Tumba del Soldado Desconocido. Durante el acto, el mandatario destacó la importancia de mantener viva la memoria de quienes dieron su vida por la libertad, y reiteró que la paz no puede darse por sentada.
Mientras tanto, en Reino Unido, los ciudadanos guardaron silencio en plazas, escuelas y edificios públicos, reafirmando su respeto a quienes sirvieron en la “Gran Guerra”.
Tras el fin de la contienda, el mundo intentó construir un nuevo orden internacional que evitara tragedias similares. De esa búsqueda surgieron instituciones como las Naciones Unidas y la Unión Europea, cuyo propósito central fue garantizar la cooperación y la paz duradera entre las naciones.
Durante las conmemoraciones, las amapolas y los himnos no solo evocaron el sacrificio de los soldados, sino también una advertencia sobre los riesgos de repetir los errores del pasado. Las ceremonias recordaron que el Día del Armisticio no pertenece solo a la historia, sino al compromiso actual de preservar la estabilidad mundial.
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