El dólar estadounidense ha experimentado un primer semestre de 2025 marcadamente desfavorable, registrando su peor desempeño desde 1986. Durante este periodo, la divisa ha mostrado una depreciación sostenida frente a las principales monedas globales, lo que ha generado preocupación en los mercados financieros internacionales.
El comportamiento del dólar se ha caracterizado por una tendencia a la baja, interrumpiéndose esporádicamente por breves repuntes. Esta debilidad se ha manifestado particularmente en su cotización frente al euro, el yen japonés y la libra esterlina. La principal causa atribuida a esta contracción es la expectativa de recortes anticipados en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed). A pesar de que la inflación se mantiene por encima del objetivo del 2%, la desaceleración del crecimiento económico y el leve aumento del desempleo han presionado a la Fed para considerar una política monetaria menos restrictiva. Esta divergencia con otros bancos centrales, que mantienen una línea comparativamente más dura, ha disminuido el atractivo de los activos denominados en dólares.
Otros factores que han contribuido a esta tendencia incluyen la incertidumbre geopolítica global y la desaceleración económica en China, que impacta en el comercio mundial. Para la segunda mitad de 2025, los pronósticos son variados. Algunos analistas anticipan una posible estabilización e incluso una leve recuperación del dólar si la Fed retrasa los recortes de tasas o si la economía global muestra signos de mayor debilidad, lo que impulsaría una huida hacia la seguridad de la divisa estadounidense. Sin embargo, otros expertos proyectan que la presión a la baja persistirá, especialmente si la inflación cede y permite a la Fed flexibilizar su política monetaria.
La evolución de los datos económicos y las decisiones de la Reserva Federal serán cruciales para determinar la trayectoria del dólar en el resto del año.












