30 DE JULIO DE 2025. El crecimiento económico de Estados Unidos registró un notable “rebote” durante el segundo trimestre de 2025, superando ampliamente las expectativas de los analistas y consolidando una recuperación tras la contracción registrada a inicios de año. Según el informe preliminar del Departamento de Comercio, el producto interno bruto (PIB) se expandió a un ritmo anualizado de 3% entre abril y junio, revirtiendo la caída de 0.5% observada en el primer trimestre, el primer retroceso trimestral en tres años.

El motor principal de esta recuperación fue el drástico descenso en las importaciones, que se desplomaron 30.3% luego de haber repuntado 37.9% en el primer trimestre. Este fenómeno es resultado directo de las medidas arancelarias implementadas por el gobierno estadounidense, que provocaron un adelantamiento en compras del exterior a inicios de año, seguido por una brusca reducción entre abril y junio al agotarse los inventarios acumulados por empresas y consumidores. Como las importaciones restan en el cálculo del PIB, este desplome generó un “efecto positivo” en el crecimiento registrado.
Las señales de debilidad que asoman desde la demanda interna y la disminución de exportaciones
Sin embargo, bajo este crecimiento sobresaliente se ocultan señales de debilidad: la demanda interna, especialmente el gasto de los consumidores, mostró apenas una expansión de 1.4% (superior al 0.5% del trimestre anterior pero la más baja en dos años consecutivos). La inversión fija avanzó solo 0.4%, desacelerándose fuertemente desde el 7.6% previo, con caídas en inversión residencial (-4.6%) y en estructuras no residenciales (-10.3%). Además, las exportaciones disminuyeron 1.8%, la mayor baja desde mediados de 2023. El gasto gubernamental también ayudó al rebote, con un alza de 0.4% tras haber caído en el trimestre previo.
El índice de precios del PIB subió 1.9%, por debajo del 3.4% del trimestre anterior, reflejando la moderación inflacionaria. Por su parte, el índice de precios del gasto de consumo personal (PCE) aumentó 2.1%, una señal de que las presiones inflacionarias siguen cediendo, lo que podría dar margen a futuras decisiones de política monetaria más flexibles.
En síntesis, aunque el dato del PIB de 3% sorprendió positivamente, gran parte del avance se debió a distorsiones en el comercio internacional derivadas de la política de aranceles, no a una fortaleza subyacente del consumo privado o de la inversión—indicando cautela sobre el verdadero estado de la recuperación económica de Estados Unidos en la segunda mitad de 2025