Entre las muchas similitudes que hermanan a México y a Colombia, destaca la importancia que el café ha adquirido tanto en su vida económica como el papel cultural y la carga simbólica -más allá de la carga de ergotamina- que el consumo de este grano tiene para ambos pueblos.
La telenovela colombiana «Café con aroma de mujer» conquistó a la audiencia mexicana en la década de los 90, trascendiendo fronteras con su conmovedora trama. En tierras aztecas, el éxito de esta telenovela radicó, en gran parte, en las profundas similitudes culturales que los televidentes mexicanos descubrieron con el pueblo colombiano, tal como era retratado en la pantalla.
La producción de café, eje central de la historia, resonó especialmente. México, también un país con una fuerte tradición cafetalera, encontró en las costumbres, los paisajes y la vida de los recolectores de café, un espejo de sus propias realidades rurales y el arduo trabajo en el campo. Los valores familiares, la pasión, el melodrama y la lucha por los sueños, elementos intrínsecos de la narrativa, se alinearon con la idiosincrasia mexicana, generando una conexión auténtica y duradera. La música y los personajes entrañables terminaron de sellar el lazo, haciendo de «Café con aroma de mujer» un fenómeno televisivo inolvidable en México.
Colaboran ambas naciones en un intercambio para preservar las tradiciones y saberes de los pueblos en entornos cafetaleros y mezcaleros
En México y en Colombia, la producción de café, así como la del agave, no constituyen solamente un fenómeno de agricultura, sino también un eje de producción de paisajes, con unos ordenamientos territoriales distintivos de aquellas demarcaciones cuyo suelo es propicio al nacimiento de este grano.
En días recientes, Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su representación en Jalisco y la Dirección de Patrimonio Mundial, junto con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia, establecieron una singular colaboración.La alianza se formalizó bajo el Convenio de Intercambio Cultural y Educativo entre ambas naciones.
El proyecto se centra en el intercambio de saberes, experiencias y desafíos comunes para la sostenibilidad de estos sitios. Hasta el momento, se han realizado dos de tres reuniones técnicas virtuales para analizar los elementos clave que justifican la inclusión de estas regiones en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, así como los avances en sus instrumentos de gestión.
Adicionalmente, se contemplan dos visitas de campo. La primera, programada para el tercer bimestre del año en curso, será en el paisaje agavero y las antiguas instalaciones industriales de Tequila, México. Posteriormente, se visitarán las fincas cafetaleras de Colombia. Al concluir estas visitas, se elaborará un informe técnico que detallará las diferencias, coincidencias, desafíos y propuestas de solución para cada lugar.
Muchas consideraciones, un solo objetivo: fomentar un mayor sentido de apropiación cultural
El objetivo es generar redes técnicas de colaboración, compartir conocimientos sobre el manejo de estos territorios, fomentar un mayor sentido de apropiación cultural entre las comunidades y identificar proyectos conjuntos para afianzar el trabajo colaborativo internacional. La categoría de Paisaje Cultural de la UNESCO abarca territorios que, mediante la actividad humana, sustentan la diversidad biológica o están ligados a creencias y tradiciones que reflejan el desarrollo social y espiritual.
Luis Ignacio Gómez Arriola, del Centro INAH Jalisco y encargado del Proyecto de Seguimiento del Paisaje Agavero, enfatizó que el plan de manejo de este territorio mexicano incluye la protección del patrimonio ambiental, agrícola, arquitectónico, prehispánico, urbano e intangible. Gómez Arriola señaló que el mayor desafío es coordinar a las autoridades de todos los niveles para preservar los usos, costumbres y tradiciones ancestrales que perviven en estas zonas.
Este intercambio no solo contribuirá a la gestión de estos sitios patrimoniales, cuyas bebidas han alcanzado una alta demanda global, sino que también busca generar una metodología para el manejo de sitios de Patrimonio Mundial de escala territorial. La protección de estas manifestaciones sociales y comunitarias es crucial, ya que ambos paisajes se han convertido en íconos nacionales, enfrentando amenazas como el cambio climático y la modificación de los cultivos.
FOTOGRAFÍA: ESPECIAL
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