Israel, más allá de Netanyahu: El proyecto estructural del apartheid y la ocupación

El apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel facilita políticas de segregación y violencia que afectan gravemente a la población palestina.

El debate sobre Israel se ha centrado en Benjamin Netanyahu, pero las atrocidades en Gaza son consecuencia de un sistema de opresión que supera a cualquier líder individual. La agenda de Netanyahu solo es un reflejo de un proyecto estatal basado en la exclusión y el apartheid.

En el Senado de Estados Unidos, un paso histórico: la mayoría demócrata apoyó una resolución de Bernie Sanders para detener la venta de rifles de asalto a Israel, marcando un cambio en la tradicional postura bipartidista. Sin embargo, solo se limitaron las armas “ofensivas”, dejando intacta la ayuda para sistemas defensivos como la Cúpula de Hierro, que facilitan ofensivas posteriores. Según datos recientes, solo el 8% de votantes demócratas apoyan las acciones israelíes en Gaza, contrastando con el 32% a nivel general en EE. UU.

En Gaza, la situación es desoladora: dos años de bombardeos indiscriminados han devastado la infraestructura y dejado a la población en crisis alimentaria severa. La densidad de niños amputados en esta franja es la más alta del mundo. La negación de ayuda humanitaria y el bloqueo continúan profundizando el sufrimiento.

¿Por qué la solución no es solo Netanyahu?

Varios congresistas demócratas culpan exclusivamente a Netanyahu para mantener la relación con Israel y evitar que el sionismo pierda apoyo en su base. Sin embargo, esta visión es una simplificación peligrosa. Israel, como Estado, está definido por un proyecto de exclusión étnica que data desde su fundación.

Como explica Ben Burgis, autor del análisis, “Israel fue creado como un Estado judío con derechos exclusivos para la población judía”, lo que ha llevado a la negación sistemática de derechos a millones de palestinos que viven como ciudadanos sin derechos o refugiados. La Knesset rechazó mayoritariamente la creación de un Estado palestino, dejando claro que la exclusión no es coyuntural sino estructural.

El caso del diputado Ofer Cassif — israelí judío que se opone públicamente al apartheid y que ha sufrido represión física— ejemplifica la ausencia de una oposición liberal real que pueda revertir la situación desde dentro.

Apartheid israelí: una realidad palpable

La política israelí mantiene un sistema de segregación y control similar al apartheid sudafricano, pero más extremo en algunos aspectos, pues no depende de la explotación laboral palestina sino de su desplazamiento y confinamiento en territorios como Gaza, convertidos en “prisiones al aire libre”. La “Ley del Estado Nación” de 2018 consagra esta exclusión, priorizando la “auto-determinación” judía sobre cualquier principio democrático universal.

Israel continúa expandiendo asentamientos en Cisjordania, con ciudadanos israelíes que votan y disfrutan de derechos plenos mientras los palestinos enfrentan tribunales militares y exclusión política.

¿Cuál es el futuro?

La violencia y la expulsión no son solo consecuencias de un gobierno autoritario, sino del proyecto nacionalista y étnico israelí. Una encuesta reciente revela que la mayoría de judíos israelíes apoyan el traslado forzado de palestinos, incluso de ciudadanos árabes de Israel.

La solución moral y política, según Burgis, sería una transformación profunda: pasar de un Estado étnico excluyente a una democracia con igualdad plena para todos sus habitantes. Sin embargo, este escenario parece lejano mientras continúe el apoyo militar y económico incondicional de Estados Unidos.

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Fotografía: Giovanni De Caro.

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