El exdirector del Buró Federal de Investigaciones (FBI), James Comey, se presentó ante la Corte Federal de Distrito en Alexandria, Virginia, donde negó los cargos por supuestas declaraciones falsas ante el Congreso, en un proceso judicial que ha sido interpretado por diversos sectores como una represalia política impulsada por el actual presidente, Donald Trump.
La acusación en su contra se centra en hechos ocurridos en 2020, cuando Comey compareció ante el Comité Judicial del Senado. Según el Departamento de Justicia, en esa ocasión el exfuncionario habría mentido respecto a su presunta implicación en la filtración de información confidencial a medios de comunicación. Estos señalamientos se derivan directamente de las investigaciones que el FBI lideró bajo su mando sobre la posible injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, una etapa que marcó un punto crítico en la relación entre Comey y Trump.
El abogado Patrick Fitzgerald fue quien presentó formalmente la declaración de inocencia en representación de Comey ante el juez Michael Nachmanoff, dejando clara la intención de defenderse en el marco legal sin aceptar la culpabilidad que le atribuye el gobierno federal. Mientras tanto, la procuradora general Pam Bondi ha insistido en que el proceso no está siendo influenciado por la administración presidencial, aunque diversas voces críticas ponen en duda esa neutralidad, especialmente ante los antecedentes y declaraciones del propio Trump.
Cabe recordar que, en el marco de su campaña presidencial del año pasado, Trump prometió públicamente actuar contra aquellos que consideraba sus adversarios políticos. Su victoria frente a la candidata demócrata Kamala Harris ha dado pie a lo que muchos consideran una aplicación selectiva de la justicia. La imputación a Comey es vista por analistas como una concreción de ese compromiso de «venganza» expresado por el mandatario.
Pese a la presión mediática y política, Comey ha manifestado confianza en el sistema judicial, asegurando que no tiene miedo y que demostrará su inocencia durante el juicio. Su llegada al tribunal estuvo acompañada por su familia, entre ellos su esposa Patrice Failor, su hija Maurene y su yerno Troy Edwards, quien anteriormente se desempeñó como supervisor en la fiscalía de Manhattan, hasta ser despedido por Bondi.
Desde la Casa Blanca se ha intentado matizar la percepción de interferencia política, afirmando que ni el presidente ni el Departamento de Justicia influirán en el desarrollo del juicio. Sin embargo, la insistencia de Trump en perseguir a sus opositores sigue generando dudas sobre la verdadera independencia del proceso judicial que hoy enfrenta Comey.
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