Japón conmemoró este 15 de agosto el 80 aniversario de su rendición en la Segunda Guerra Mundial, con un acto solemne en el que el gobierno manifestó su pesar por el conflicto y reiteró su voluntad de no repetir los errores del pasado. La ceremonia se llevó a cabo en el estadio Nippon Budokan de Tokio y estuvo encabezada por el primer ministro Shigeru Ishiba, quien abordó el profundo impacto que dejó la guerra en la sociedad japonesa.
Durante su participación, Ishiba recordó a los más de tres millones de japoneses fallecidos y subrayó que la paz actual fue posible gracias al sacrificio de esas vidas. El mandatario expresó que el país mantiene un firme compromiso de no volver a involucrarse en una guerra, haciendo énfasis en la importancia de preservar la memoria colectiva para evitar repetir el pasado.
La ceremonia incluyó un minuto de silencio al mediodía y reunió a unas 3,400 personas, entre ellas representantes políticos, familiares de víctimas y sobrevivientes. Por primera vez, más de la mitad de los asistentes nacieron después de la guerra, lo que refuerza la necesidad de mantener vivos los testimonios de quienes vivieron el conflicto.
El emperador Naruhito también estuvo presente, acompañado por la emperatriz Masako. Durante el acto, el emperador expresó un profundo dolor por las vidas perdidas y llamó a reflexionar sobre los años de paz que ha vivido el país desde entonces. Además, manifestó su esperanza de que los horrores de la guerra no se repitan, y que el sufrimiento experimentado por las generaciones anteriores se siga transmitiendo a las futuras.
A pesar de los mensajes de arrepentimiento, ni el primer ministro ni el emperador hicieron referencia directa a las acciones bélicas de Japón en territorios que fueron colonizados, como Corea, un tema sensible que aún genera tensiones diplomáticas en la región.
Un aspecto que generó críticas fue que Ishiba decidió no emitir una declaración conmemorativa formal por el 80 aniversario, a diferencia de lo que hicieron anteriores líderes japoneses en aniversarios como el 50, 60 o 70.
Horas antes del acto oficial, varios políticos japoneses visitaron el controvertido santuario Yasukuni en Tokio, una acción que año con año provoca reacciones negativas de los países vecinos, especialmente por el homenaje a 14 criminales de guerra condenados tras el conflicto. Entre los asistentes estuvieron el ministro de Agricultura, Shinjiro Koizumi, considerado una figura ascendente dentro del Partido Liberal Democrático, y Sanae Takaichi, exministra de Seguridad Económica.
El primer ministro Ishiba envió una ofrenda ritual al santuario, práctica que ha sido habitual en los últimos años, pero se abstuvo de asistir personalmente, siguiendo una línea marcada por sus predecesores desde 2013, cuando el entonces mandatario Shinzo Abe dejó de visitarlo por presión de Estados Unidos.
El 15 de agosto es una fecha clave para Japón, ya que coincide con el histórico mensaje del emperador Hirohito, quien en 1945 anunció por radio la rendición del país, siendo esa la primera vez que los ciudadanos escuchaban su voz.
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