El presidente electo de Chile, José Antonio Kast, abrió la puerta a una escalada internacional en América Latina al expresar su respaldo a una eventual intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, una postura que ha generado cuestionamientos por su impacto en la soberanía regional y el derecho internacional.
Durante una conferencia en Buenos Aires, el futuro mandatario chileno dejó entrever que, aunque Chile no participaría directamente, su gobierno avalaría cualquier acción extranjera destinada a derrocar al régimen de Nicolás Maduro, al que acusa de sostener una narcodictadura. Analistas advierten que respaldar una intervención militar externa podría agravar la crisis humanitaria venezolana y sentar un precedente peligroso para la región.
Kast insistió en que el gobierno venezolano carece de legitimidad democrática, señalando que el proceso electoral fue vulnerado. Sin embargo, omitió referirse a los riesgos de una acción armada, como el aumento de la violencia civil, el desplazamiento forzado y la inestabilidad política en países vecinos.
El presidente electo también cuestionó a los organismos internacionales por no actuar con mayor contundencia, aunque su discurso contrastó con los principios de no intervención y solución pacífica de controversias, históricamente defendidos por la diplomacia chilena.
En materia migratoria, Kast responsabilizó directamente al gobierno de Maduro por la crisis migratoria venezolana, acusándolo de incentivar la permanencia de ciudadanos en el extranjero para sostener la economía mediante remesas. No obstante, especialistas señalan que criminalizar a los migrantes y restringir el envío de recursos podría profundizar la precariedad de miles de familias.
Las declaraciones se suman a los contactos regionales promovidos por Kast para impulsar un corredor humanitario que facilite el retorno de migrantes irregulares. Organizaciones de derechos humanos han advertido que estas iniciativas podrían derivar en expulsiones masivas sin garantías legales.
Durante su campaña, el líder conservador defendió medidas de mano dura, como el levantamiento de muros fronterizos, el uso intensivo de la fuerza contra el narcotráfico y una reducción drástica del gasto público, propuestas que, según críticos, podrían tensionar las relaciones internacionales de Chile y debilitar su rol histórico como actor diplomático moderado.
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