23 DE JUNIO DE 2025. Tras recibir reportes de que el parlamento iraní votó ayer domingo 22 de junio a favor del cierre del estrecho de Ormuz, como estrategia de repliegue tras el ataque aéreo recibido contra sus instalaciones nucleares, Guo Juaokun, portavoz del Ministerio Chino del Exterior manifestó inmediatamente la preocupación de su país por este desarrollo.
Así lo informa esta mañana el medio chino CGTN, añadiendo que Guo Juaokun solicitó a la comunidad internacional «trabajar en des-escalar el conflicto» bélico entre Irán e Israel, dado que «el Golfo Pérsico y sus aguas adyacentes son pasajes vitales para el comercio internacional«.
Tras el veredicto parlamentario, la decisión final de cerrar o no el Estrecho de Ormuz reside en el Consejo Supremo de Irán, potestad que el portavoz chino acreditó plenamente. Además, Guo Juaoku informó que el Ministro Chino del Exterior, Wang Yi, se comunicó recientemente con el Ministro Iraní del Exterior, Seyed Abbas Araghchi, en un esfuerzo con «otras partes involucradas» en disminuir la tensión en la región.
Sin embargo, ¿qué atributos posee este pasaje marítimo para que la posibilidad de su cierre, aún durante un conflicto militar de gran intensidad, detone inmediatas gestiones diplomáticas para mantenerlo abierto y transitable?
Un estrecho con 33 km en su punto más angosto, que concentra el 20-30% del transporte mundial de petróleo
El estrecho de Ormuz, paso marítimo de apenas 33 km en su punto más angosto, concentra el 20-30% del transporte mundial de petróleo y el 15% del gas natural licuado.
Para China, su importancia es aún más vital que para muchas otras naciones: como principal comprador del crudo iraní y dependiente de esta ruta para el 25% de sus importaciones petroleras, un cierre desencadenaría una crisis energética y económica
El secretario de Estado estadounidense Marco Rubio advirtió que tal bloqueo sería «suicidio económico» para Pekín, subrayando su vulnerabilidad estratégica.
El cálculo de Irán al amenazar con cerrar el estrecho tras los ataques aéreos estadounidenses del 22 de junio contra instalaciones nucleares responde a una lógica de disuasión asimétrica. Al controlar este cuello de botella, Teherán busca:
Presionar económicamente a Occidente, disparando los precios del petróleo por encima de los 100 dólares por barril.
+ Compensar su inferioridad militar mediante guerra económica, utilizando minas marinas, misiles costeros o ataques con lanchas rápidas.
+ Convertir la interdependencia energética en arma, explotando que el 20% del crudo global transita por sus aguas.
El posicionamiento chino: Diplomacia cautelosa
China ha condenado los ataques estadounidenses contra Irán como «violaciones graves del derecho internacional» y ha intensificado su activismo diplomático. El portavoz Guo Juaokun instó a «desescalar el conflicto», enfatizando que el Golfo Pérsico es «pasaje vital para el comercio internacional», postura que refleja:
+ Intereses económicos tangibles: Cualquier interrupción en Ormuz afectaría directamente su seguridad energética y estabilidad económica.
+ Diplomacia de equilibrio: Mientras mantiene diálogo con Irán —el ministro Wang Yi conversó con su homólogo iraní—[Query], Pekín presiona sutilmente a Teherán para evitar medidas extremas, consciente de que un cierre perjudicaría más a China que a EE.UU..
+ Crítica implícita a Washington: El presidente Xi Jinping ha exigido a las «grandes potencias» calmar la situación, en referencia indirecta a EE.UU..
En conclusión, China busca así proteger sus intereses sin alienar a Irán, un aliado clave en su estrategia de reducción de la hegemonía occidental. La estabilidad de Ormuz no es solo una prioridad económica, sino un componente esencial de su proyección como potencia global responsable.
FOTOGRAFÍA: X
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